sábado, 20 de febrero de 2010

Las tienditas de la esquina

Desde que vivo frente a un minisúper de conocida cadena, me entró la nostalgia por las tienditas de la esquina. Esos negocios gélidos con luces artificiales día y noche, en donde puedes encontrar comida rápida lista para comerse en tres minutos, con señoritas de uniforme y preguntando “¿En qué te puedo servir?” me deprimen terriblemente.

Cuando iba a casa de mi abuelita, una de las salidas obligadas después de recibir el anhelado “domingo” –un peso de plata, grandote y brillante- era ir a “La Lluvia de Oro”, prestigioso y añoso comercio ubicado cual debe, en una esquina de la calle. “¡Vamos a la tiendita de la esquina!” era el grito cuando mi abuela nos daba el consabido peso. Esas tienditas no podían estar ubicadas en otro lugar que no fuera la esquina, si estaban en medio de la cuadra, fracaso seguro. Normalmente, eran atendidas por dos viejitas que tenían un hermano flojo el cual se la pasaba horas mosqueándose afuera de la tienda, sentado en una piedra filosofal ubicada a la entrada del comercio, tomándose un “Pep”, fumando “Faros” y pensando en la inmortalidad del cangrejo. Las dos viejitas llamábanse Cuquita y Amalita, así, en diminutivo porque ya eran viejitas, aunque yo tengo la teoría de que así nacieron, viejitas.

¿Qué podíamos encontrar en esas tienditas? Vitroleros con todos los dulces imaginables, mis favoritos eran los “Barrilitos” de Constanzo. “Me da diez centavos de Barrilitos”. Cuquita desprendía de un gancho un pedazo de papel de estraza con el que elaboraba un “cucurucho” para despachar a la escuincla que veía con ojos golosos como los dulces eran trasladados al rústico empaque. Otros contenían una mezcla opaca y blancuzca consistente en cueritos en vinagre, chiles jalapeños y zanahorias que eran usados para la deliciosa torta estilo “albañil”. Los mostradores eran pintados de color verde pistacho, producto del patrocinio del refresco de cola. Había banquitos de madera con patas torcidas de alambrón que servían para que los clientes se tomaran un respiro mientras los despachaban. Lo mismo vendían zacate para bañarse que cartuchos para el calentador –aserrín y petróleo empacados en bolsa de papel-; escobas de popotillo y tierra para las macetas o lavar los trastes; frascos llenos de microbolsitas de shampoo marca “Vanarth” con clara de huevo o hierbas del campo; cold cream “Tres Caritas” o pomada de “La Campana”; pan dulce puesto en una charola de “La rubia que todos quieren” cubierto con un plástico polvoso que dejaba mucho qué desear respecto a la higiene. Y claro, no podía faltar la imagen de San Martín Caballero como protección para el negocio. Pinole suelto, huevo y frijol “Flor de Mayo” nuevo. Como casi nadie tenía teléfono, algunas hasta caseta de madera y una banquita

Y ni hablar de los nombres: “El Tepeyac”; “El Cubilete”; “El Águila de Oro”; “El Porvenir”; “Fe en Dios”; “La Esperanza”; “Las Quince Letras”; “Don Darío”; “La Guadalupana”; “La Provinciana”... Tal parece que aludiendo a nombres religiosos aseguraban el éxito comercial. Todo mundo conocía a los dueños, y los clientes se estaban horas platicando cuando pardeaba la tarde. Por eso, cuando sea viejita, quiero tener una tiendita de estas, llena de cositas para vender pero sobre todo, como pretexto para platicar con los vecinos, los niños me llamen “Doña Rimita” y piensen que nací así, viejita.

martes, 9 de febrero de 2010

La “prueba de amor”

En mis tiempos juveniles las madres, siempre amorosas y vigilantes de sus retoños femeninos advertían, no sin razón: “Nunca des la prueba de amor”. La prueba de amor –para quienes todavía no han percibido qué es esto puesto que el término ha perdido vigencia, es entregarse sin reservas a un hombre (Aquí viene al caso un fondo musical que indique tragedia o suspenso). Las películas mexicanas eran muy ilustrativas para dejarnos ver que la muchacha había sucumbido ante el enemigo malo y caído en la tentación que conllevan los castos besos dados en un portal de vecindad: beso apasionado e inmediatamente la cámara subía hacia unas nubes que amenazaban tormenta o bien, si la escena era en interior, paneo hacia una imagen de la Virgen de Guadalupe que tambaleante caía del buró ante los embates de los nuevos amantes.

Ahora no sabría especificar cuáles puedan ser consideradas pruebas de amor. Ya no hay “ripio de candor” como he mencionado en anteriores entradas. Ahora hay un intercambio de pruebas de amor que da gusto. Para no demeritar el término y quitarle vigencia, propongo que ahora sean los hombres los que nos den la “prueba de amor” siguiendo estas fáciles y sencillas instrucciones:

1. Bajen la tapa del baño, que además de ser una deferencia hacia la mujer, estéticamente el baño luce mejor, a las mujeres nos encanta disfrazar el baño con encajitos, telas floreadas o santacloses tapándose los ojos, queremos que el baño luzca lindo y coordinado;

2. Cuando los llamemos para matar una cucaracha o cualquier feo bicho, acudan presurosos con escoba en mano a salvarnos. No se vale decir: “¡Ayyy! ¡Pero si es sólo un insecto! ¿Por qué tanto escándalo?

3. Si nosotras preguntamos: “¿En qué estas pensando?” utilicen su imaginación, no contesten “en nada” porque eso sólo incrementará nuestra calenturienta imaginación;

4. Jamás cuestionar si siempre no seguimos la dieta, dejamos de fumar o comenzamos a caminar por la mañana como habíamos dicho;

5. Alabar nuestras compras mostradas como “ofertas”, todas necesitamos de vez en cuando “jazmines para el alma”;

6. De vez en cuando, sí trabajar en equipo

7. Servirnos el plato en la fiesta o recogerlo cuando terminemos;

8. Si hay alguna descompostura en el hogar, arreglarlo de inmediato, no dejar que las cosas se caigan a pedazos;

9. No enojarse si declaramos que nos gusta Brad Pitt, George Clooney o Jude Law, las probabilidades de que tengamos una relación con ellos es una en miles de millones, así que déjenos disfrutar de la fantasía momentánea;

10. De vez en cuando, sorprendernos con un: “¿Vamos al cine a ver la última de Meg Ryan?”, lo sé, este pudiera ser un comportamiento sospechoso pero puede ser fácilmente superable si la próxima vez nos piden ir a ver la última de Van Damme;

11. Evitar en la medida de lo posible hablar de efluvios corporales, mecanismos fisiológicos, chistes de mal gusto, vulgaridades o palabras altisonantes;

12. Dejar que hablemos a gusto por teléfono, no pararse frente a nosotras como poseídos por un espíritu maligno esperando a que les digamos quién es;

13. No decir: “¿Qué te hiciste en el pelo?”; “Te llamo luego”; “Tenemos que hablar”; “No eres tú, soy yo...”

14. Tender la cama, lavar los platos, poner la ropa sucia en el cesto...

15. Y la prueba de fuego ¡Ceder el control de la televisión...!

Estas son algunas pruebas de amor contemporáneas de muchas que pueden ustedes pedir, claro que como mi madre decía: “Que se las den... es otra cosa”. ¡Feliz día del amooooor!

martes, 2 de febrero de 2010

Esas cosas que nos dan un placer secreto...

1. Muestras gratis de lo que sea: quesos, salchichas o un shampoo que jamás vamos a comprar pegado en una revista;
2. Ir al salón de belleza y sentir el masajito hasta quedarte dormida;
3. Ir de compras y llegar a tu casa a sacar todo de su bolsa para observarlo regocijada;
4. Descubrir que tu ex tiene una novia más fea que tú;
5. Que te den masajito en los pies;
6. Encontrar un billete de alta denominación en un saco perdido del closet;
7. Que todo mundo te diga que aparentas menos edad de la que tienes;
8. Que alguien te regale algo que te trajo de su último viaje;
9. Tomar café con galletitas con una amiga;
10. Ir al café con un amigo inteligente;
11. Ver una película de amor en una tarde lluviosa y con frío;
12. Que te digan “tienes razón”;
13. Cerrar la puerta justo cuando tu vecina odiosa y platicona abre la suya;
14. Estrenar... lo que sea;
15. Que una amiga te platique su última cita con lujo de detalles;
16. Comer chocolates sin remordimiento;
17. De repente, comportarte como una víbora sutil;
18. Estar recién depilada, recién manicurada y con pelo de revista;
19. No seguir una dieta;
20. Actitud de “ser bella, ser amada y tener un secreto”;
21. Que tu gato se acueste en tu regazo;
22. La primera cita;
23. Un encuentro inesperado... de un galán del pasado;
24. Cuando la canción que escuchas encaja perfecto con tus sentimientos;
25. Ponerte “chinita” con una poesía, una canción...
26. Llorar sin pena en una película;
27. Poder tener el control remoto de la TV;
28. Que todavía te quede ese vestido...
29. Rechazar a ese alguien sin remordimientos;
30. Tener un admirador secreto....

Y a tí ¿Qué te causa un placer secreto?