domingo, 29 de abril de 2012

Misterios familiares

Nunca he entendido los misterios familiares. Mi familia es misteriosa. Se supone que cuando ocurre una desgracia así como cuando acontece un suceso que nos llena de alegría, la familia debe ser la primera en enterarse, pero en mi familia todo es un misterio. Por ejemplo, si a una tía la van a operar, nadie dice nada. Todo se oculta, cuantimás si la operación es de esas que se consideran “vergonzosas” como por ejemplo, quitar las hemorroides o eliminar un quiste ovárico. Pero entonces sucede un fenómeno extraño. “Alguien” llama para hacernos partícipes de la susodicha operación. Con voz susurrante, (nunca hemos sabido por qué es susurrante, se supone que nadie escucha la conversación) el informante en cuestión agrega al susurro un dejo de tono compungido: – Te llamo para decirte que a Eufrosina la van a operar… – ¡Cómo! ¿De qué? ¬– Pues no le digas a nadie, ella no quiere que nadie se entere… – Si claro, cuenta con mi discreción… (¡Ajá!) – Pues mira, hace ya varios meses que se sentía mal de “ahí”… – ¿De ahí? ¿A qué te refieres? – ¡Ay, ya sabes de “ahí atrás”… – No, pues no me imagino, pero bueno… – ¡Ash! Bueno, el caso es que el viernes la operan, porque ya no se puede sentar, anda cargando la dona para todos lados… – ¡Aaah! Ya entendí, la van a operar de las hemorroides ¿verdad? – ¡Shhhh! ¡Cállate! Capaz que nos está oyendo por la extensión… – Bueno, y si no quieres que se enteré que me estás platicando, entonces para qué me hablas… Y así por el estilo. Por supuesto, la noticia corre como reguero de pólvora y a la media hora, ya toda la familia sabe el secreto de estado. El misterio familiar aplica para visitas de parientes lejanos (no quiere que sepan que vino); para bodas al vapor (la niña se embarazó antes de ser bendecida por las leyes correspondientes); para dar parte del fallecimiento de alguien (por lo general nos enteramos dos días después de ocurrido el suceso y luego se sienten porque una no fue a dar el pésame); para cuando a alguno de los miembros de la familia no le da la gana casarse y decide “juntarse” con su pareja (vivir en pecado es una de las peores afrentas familiares); para los que sí deciden casarse (pero no quieren participar el enlace porque no harán fiesta y no vayamos a pensar que están en la quinta chilla); para los que se van a divorciar (para que no sientan lástima de nosotros); para nacimientos, enamoramientos de un hombre o mujer casados, pérdida de trabajo, titulaciones, cambios de carrera, accidentes de cualquier clase y en general, cualquier acontecimiento simple o complejo que pudiera ocurrir en este Valle de Lágrimas. Lo único bueno de todo esto, es que una vive en la bendita ignorancia, y que también me reservo el derecho de admisión a mi pasado tormentoso… Esta nota se la dedico a mi prima M, quien se ha aplicado con justo encono a develar los misterios familiares más remotos del árbol familiar… nos hemos enterado de cada cosa… pero no le digan a nadie. Fotografía: pintura de Joyce Polance: http://www.joycepolance.com/

sábado, 21 de abril de 2012

El gato negro

Desde el principio aclaro que este no es un concepto de mi autoría. Se lo debo a mi querida amiga Y, que es excelente para crear metáforas visuales y de las otras, también. Dicen que la venganza es un plato que se come frío. Y que con esa frialdad, debemos organizar la logística revanchera, para que nos salga bien, cuaje y quedemos muy bien parados. También se dice por ahí, que cuando un hombre se quiere vengar, agarra y mata a los traidores de su ideología –llámese infidelidad, préstamo monetario o deuda de honor– sin menor problema, mientras que la mujer dolida, es la que planifica, perversea y nomás está viendo por dónde darle en la torre, ya sea a la amiga, al esposo o al amante. Yo me quedo con la teoría del “Gato Negro”. Desde tiempos muy remotos, los gatos han sido los que llevan la pesada carga simbólica del mal: acompañantes de las brujas, son casi la representación mismísima de Belcebú, cuantimás si se trata de un gato negro. De todas las razas y colores conocidos, el gato negro se lleva las palmas cuando de índice de maldad se trata. Y ahí está el quid del asunto: la teoría del gato negro nos indica que no debemos hacer nada para vengarnos, la venganza se gesta sola. ¿Qué debemos hacer entonces? Esperar, esperar, mientras se acaricia al gato negro. La vida y la paciencia van armando el escenario posible que nos otorgará tarde o temprano esa anhelada revancha. El problema es que pueden pasar años para que esto se cumpla. ¿Cómo saber que ya hemos sido vengados de la afrenta pasada? Cuando lo que le sucede al otro es proporcional al daño recibido. El chiste es no desistir. Seguir acariciando al gato negro de manera continuada, profusa y elegante. ¿Qué no pasa nada? Sigamos acariciando a nuestro pequeño gato, que de un certero salto llegará para arrebujarse en nuestro regazo en dónde se siente cómodo y bien alimentado. No hay nada que les guste más a los gatos negros que ser acariciados, con caricias sistemáticas, a veces lentamente como el paso del tiempo, otras compulsivas, cuando perdemos la paciencia. El felino se deja hacer, lo soporta todo con tal que lo sigamos acariciando. Y entonces un día, no se sabe cómo ni cuándo, el gato voltea a vernos con sus grandes ojos y comienza a ronronear…

viernes, 13 de abril de 2012

De jaculatorias y oraciones

Cuando nos encontramos en trance, apuro o peligro inminente, siempre es bueno tener a mano la oración exacta que nos ayude a pasar la pena de forma inmediata. Pues bien, me he dado a la tarea de hacer una recopilación de pequeñas oraciones o frases cuya efectividad está comprobada científicamente por los millones de personas que han obtenido el favor pedido con fervor. He aquí algunas de ellas: “Santa Rita, Santa Rita, lo que se da, no se quita”. Para los herejes también funciona: “el que da y quita, con el diablo se desquita”. “San José que no mal vuelva lo que ya se fue”. Aplicable en maridos, malas rachas financieras o reveses del destino En caso de verse en trance de amenaza por animal: “San Antonio bendito, amarra este animalito con tu cordón bendito”. No sabría decirles si aplica para arañas patonas, roedores o víboras, pero para perros, no.* También existe la versión de San Jorge: “San Jorge Bendito/ amarra tu animalito/ con tu cordón bendito/ y que no me pique a mí/ ni a otro pobrecito”. En esta versión no hay duda. “Santa Elena, que cada día me ponga más buena”. Optimista oración que debe rezarse con mucha devoción y que junto con los aparatos para hacer ejercicio o la media hora de caminata diaria, funciona acompañándola de una dieta balanceada. Para amarrar a la pareja: “Santa Martha, Santa Martha, no lo dejes en silla sentar, no en cama acostar hasta que a los pies míos venga a parar”. Para las cosas perdidas: Se hace un nudo con cualquier cuerda, listón o hilo que se tenga a mano y se dice: “San Donato si no encuentro lo que se me perdió no te desato…” Si se equivocaron con San Antonio, entonces pongo a su disposición esta jaculatoria que salió en la película “Los Tres Huastecos”: la cual las ayudará a sobrellevar la errada elección: “San Timoteo, que no sea feo” “San Ruperto, que no sea tuerto” “San Ramón, que no sea panzón” “San Ludovico, que sea muy rico” “San Pascual, que no sea animal” “San Preciado, que no sea divorciado” “¡Ángeles y serafines, que se cambie calcetines!” “Santa Elisa, y también camisa…” “San Alejo, que no sea p… muy viejo” “San Dionisio, que me dé buen servicio” Según la película, se reza durante ocho días, hincada arriba de un hormiguero, con los brazos en cruz; cuando se termina el plazo, se hacen tres reverencias y se manda un beso rumbo a la casa del susodicho. Y una más subidita de tono: “San Antonio, encuéntrame novio; San Eleazar, que me lleve a pasear; San Gabriel, que me sea fiel; San Hilario, que me dé todo el salario; Santa Eduviges, que esté bueno por donde te fijes; San Baltazar, que sepa besar; Santa Carlota, que la tenga bien grandota; San Matías, que me lo haga todos los días; San Ignacio, pero rico y despacio; San Crispín, que no sea un ´rapidín´; San Erasmo, que me lleve al orgasmo”. Y como sugerencia efectivísima, traer siempre un “Detente…”, que nos detenga, nos tenga y entretenga. *Nota aclaratoria: tiene que ser a San Antonio Abad, que es el patrono de los animales, porque si se encomiendan a San Antonio de Padua, que es el efectivo para conseguir marido, corren el riesgo de casarse con un animal.