sábado, 31 de enero de 2009

Cosas que hacen que la vida valga la pena

Una querida amiga me comentó que vio una película con Ana Belén que se llama “Cosas que hacen que la vida valga la pena” y se me ocurrió la idea de hacer una lista - si, ya sé, tengo TOC- sobre esas cosas que hacen que la vida valga la pena de ser vivida, así que invité a varios amigos y amigas para que me dieran su opinión y este es el resultado, yo nomás le resumí pero aquí hay opiniones de todo: simpáticas, profundas, alegres, nostálgicas, asombrosas... pero que considero reflejan el sentir de muchos seres humanos que andan rondando por ahí, porque a veces nos sentimos solos, muy solos entre tanta gente, porque a veces nos preguntamos ¿por qué? Así que cuando se sientan medio mal nomás le corren a ver esta entrada y listo, tendrán miles de razones para seguir con nosotros, en esta vida que bien vale la pena. Les pongo un enlace para que lo lean porque es muy largo.... Ver más

domingo, 25 de enero de 2009

Los invito...

... a participar aquí, voy a escribir una nota sobre "Cosas que hacen que la vida valga la pena". Se me ocurrió que tal vez podría hacer esto más interactivo con mis 6 seguidores y 4 lectores, así que arránquense a pensar qué es lo que vale la pena de ser vivido y me lo mandan, ya sea por medio de este blog o los que tienen mi correo me mandan su listita... Veremos que resulta en una semana, digamos... los esperaré serenamente. Rima

jueves, 22 de enero de 2009

I’m british, pero no tanto

La familia C se ha caracterizado siempre por ser cuasi inglesa. Todos los primos estamos de acuerdo en que hemos heredado el TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) de nuestros padres, que seguro lo heredaron a causa de algún gen que dio mal la vuelta en un punto de la cadena de ADN que nos compone. A continuación narro el comportamiento de la mayoría de los miembros de la familia, con todo respeto, claro.

1. Puntualidad: somos excesivamente puntuales, tanto que caemos en la impuntualidad llegando 15 minutos antes de la cita, de la película o cualquier otra cita; mi padre es tan puntual que cuando no sabe la dirección de dónde lo invitaron, se lanza en su modelo antiguo en una avanzada matutina y verifica dirección, para que en la noche no ande con que se perdió y nunca llegó...
2.Todos los libreros, cajones, armarios tienen orden y concierto... tenemos todo en un inventario incrustado en la mente; si a mí se me ocurría sacar algo de su lugar, no pasaban ni 10 minutos cuando mi progenitor ya me estaba preguntando que si yo había sacado el libro de su lugar... casi tenía que llenar una forma por escrito y cinco copias para consultar un volumen;
3. Las listas, formato básico para cualquier actividad, listas para el mercado, para ver qué voy a hacer hoy, papelillos aquí y allá con todos los pendientes agarrados con un clip;
4. Preguntar acerca de todo: ¿por qué está este frasquito aquí? ¿De quién es esta maleta? ¿Por qué está movida la mesa? ¿Quién cambió de lugar el cuadro? Todo en control.
5. Repartición de dinero: todo miembro de la familia que se precie, hace reparticiones de dinero para el pago de la luz, teléfono, renta, colegiaturas... con la cantidad exacta, incluidos centavos, con un papelito que diga para qué es cada pago;
6. Rutina idéntica incluso en fiestas de guardar: absolutamente todo idéntico: la hora de la comida, siesta rigurosa... si nos salimos de ésta se disparan los alambritos de la seguridad y el control de las cosas;
7. Creación de una serie de aditamentos ingeniosos para aumentar la comodidad en el uso las cosas: instalación de alambritos, seguros, hilitos, cartones o cualquier otro adminículo necesario para detener, amarrar, cerrar o dejar parado lo que ustedes se imaginen; mi padre es especialista en estas lides, seguro tiene un gen chino.
8. Cajitas para guardar cosas innecesarias acumulando: clavos, clips, ligas, alfileres, maderitas, tubos de pvc, cachos de cartón, bolsas de plástico “por si se ofrece”, lo malo es que cuando “se ofrece” no sabemos en dónde dejamos eso que dijimos que nos serviría;
9.Sufrimiento indecible cuando prestamos algo: nos encanta decir que tenemos esto o aquello pero a la hora de que la persona interesada nos lo pide prestado, una punzada de horror nos parte el estómago, lo prestamos porque no nos queda de otra, pero ¡es un sufrir en este valle de lágrimas por recuperarlo!

A continuación expongo varios puntos terapéuticos para combatir la ansiedad cuando se presente un ataque de TOC
1. Inicie dejando destendida la cama los domingos; poco a poco aumente los días hasta que complete la semana; si hay reclamos, diga que está en terapia;
2. Procure dejar los trastes de la comida sin lavar, por lo menos hasta el desayuno del día siguiente. Si lo sé, es un ejercicio de vencimiento complejo, pero a la larga nos puede dar muchas horas de conchudez crónica;
3. Si le ganan las ganas de ser puntual, comience a arreglarse antes de salir aproximadamente 15 minutos antes de la hora citada; antes, precavidamente, rente una película de Angelina Jolie si es caballero, o una de Brad Pitt si es fémina y véala en el momento en que inicia la hora de la cita, al acabar puede irse, seguramente llegará puntual y evitará el coraje que nos proporcionan los impuntuales;
4. Al pagar las cuentas saque toda la quincena del banco y pague a diestra y siniestra sin pensar siquiera en cuánto queda, se sorprenderá de lo poco que rinde el dinero;
5. Preste libros, discos, dinero, lo que sea y JAMÁS apunte a quién:
6. La meditación como refuerzo es genial; ejercicios de desapego de los bienes materiales y poner la mente en blanco surten su efecto a la larga;
7. Tome la siesta antes de comer, coma a las 6 pm, rompa la rutina a como dé lugar;
8. Vaya al cuarto de las injurias –toda casa tiene uno- y saque la colección de cosas inservibles que tiene y que jamás usará: el peso que se quita de encima es una sensación indecible;
9. No piense en aumentar los beneficios en las funciones de las cosas, así son y ya;
10.Cuando se presente un pensamiento pernicioso póngase a tejer, bordar o chatear: eso relaja a cualquiera.

Me cuentan cómo les fue, yo ya me voy porque tengo que lavar los trastes...

martes, 20 de enero de 2009

Se busca príncipe rojo, amarillo, verde... porque el azul, no existe.

Ya les he platicado sobre cómo mi madre me contaba los cuentos. La construcción que hizo de los nobles cianóticos dejaba mucho que desear, porque como eran contados al revés, el príncipe era malo y la condenada de “Negra Nieves” lo hacía ver su suerte –evento que no está muy alejado de la realidad-. Muchas amigas me han pedido que hable sobre el príncipe azul, ese ser etéreo, incorpóreo que sólo existe en las fantasías de las púberes jóvenes a punto de cumplir los doce años. El príncipe azul está construido con varios ingredientes, todos necesarios para soñar despiertas durante un buen número de años... casi todos los de nuestra vida.

Ingredientes para construir un príncipe azul:
1. Una dosis consistente en leer o que nos cuenten todos los cuentos de hadas de Grimm, Andersen o cualquier mito o leyenda de cualquier país;
2. Una dosis –intensa- de novelas mexicanas o venezolanas, éstas últimas altamente recomendables;
3. Dosis completa de comedias románticas; las de Meg Rayan son infalibles, de preferencia ver 14 veces “Kate & Leopold”
4. Leer todos los libros de Jane Austin o de las Hermanas Brönte;
5. Escuchar el programa de boleros “Dos Corazones” por Radio Universidad
6. Coleccionar fotografías del artista favorito;
7. Soñar despierta a la menor provocación y en cualquier oportunidad que se presente;
8. Leer libros del corazón: Jazmín, Bianca o si no se tienen a mano, las de Corín Tellado;
9. Hacerse de una biblioteca significativa con los libros de Danielle Steel;
10. Olvidarse del consejo de mi mamá acerca de que los hombres (príncipes) van al baño, nada de pensamientos mundanos.

El decálogo arriba mencionado es infalible para despertar en nosotras todo el potencial y atrevernos finalmente a besar al sapo. El problema viene después, cuando después de mmmm... ¿cuatro años, cinco acaso? acaba el hechizo del príncipe y este comienza a adquirir tonalidades de lo más inquietantes, que van desde el morado hasta el negro absoluto. Es entonces cuando, demasiado tarde, nos damos cuenta de que los príncipes vienen en presentaciones diversas y que cualquiera puede ser buena... lo peor que puede suceder entonces, es que nos demos cuenta de que tenemos un “príncipe rosa” en casa.

domingo, 18 de enero de 2009

Me hubiera gustado ser...para

Quien no ha pensado: “si hubiera querido, hubiera podido ser....” o “Me hubiera gustado ser....” Sustituyan los puntos suspensivos con lo que gusten... Ahora me doy a la tarea de reflexionar sobre este tema, lo cual no es fácil, ya que de lo que se trata es de estar en el momento oportuno o en la época específica del personaje admirado y ser testigo de sus logros o descubrimientos... en este ejercicio se vale echar a volar la imaginación, pensar en nuestras capacidades y gustos y soñar por un momento lo que pude haber sido.... y es evidente que no fui.

Dama en el siglo XIX en Inglaterra... para vestirme con polizón
Ayudante de Champollion... para estar ahí cuando se descifró la piedra Rosetta
Enfermera durante la celebración del final de la Segunda Guerra Mundial... para recibir un beso de un marinero
Timbalera de la orquesta de Tito Puente... para vestirme de lentejuela dorada
Monje amanuense en un convento europeo... para aprender caligrafía
Beguina... para no depender
Chica Bond... Para estar con James
Espía en Stalingrado... para seducir
Rubia boba... para que me regalaran un diamante
Concertista de una sinfónica... para que me aplaudieran
Investigadora forense... para descubrir al asesino
Sirvienta de Durero... para ser su amante
...Y de Mucha.... para ser su modelo
Mambolera de Pérez Prado... y bailar “Caballo Negro”
Barrendera del taller de Leonardo Da Vinci... para recoger sus bocetos del suelo
Bibliotecaria... ¿Adivinen para qué?
Mrs Robinson... para atreverme
La Bandida... para platicar con Alfonso Reyes
Un espíritu libre... para volar
Cantante de coro... para hacerle el “back” a Emmanuel
Alcohólica en Boston... para platicar con Poe
Mesera de Samborn’s... para servirle el café a Zapata
Maniquí de un centro comercial... y probarme todos los vestidos, joyas, perfumes
Amiga de Jane Austin... para que me contara sus penas
Costurera de Erté... para coserle sus vestidos a Mata Hari
Boletera de cine francés... para ver a Alain Delon
Modelo de Gustave Moreau... para que me pintara como “Salomé”

La lista puede resultar interminable, pero cómo me divierto haciéndola... los invito a pensar en ello... si no conocen a alguno de los personajes aquí expuestos, búsquenlos en la red, encontrarán maravillas. ¡Ah! Me olvidaba... soy diseñadora gráfica y maestra y ¡Me encanta!

sábado, 17 de enero de 2009

Encuentros que tocan mi línea de vida

Hoy estaba viendo la tv mientras me arreglaba para salir con unos queridos amigos. Me encontré con la sorpresa de que la imagen que me devolvía el aparato era la de un amigo músico que conocí en un festival, aquí en mi pueblo quieto. Durante esa época iba con una amiga a cuanto evento cultural había en los espacios de la ciudad. Permanecí mucho tiempo intercambiando impresiones de nuestras respectivas vidas por medio de cartas que, de mi parte, salían de mi ciudad y de parte de él, llegaban de todas partes. Me quedé pensando ¿En qué momento se perdió la comunicación? ¿Cómo fue que se diluyó tan bella amistad? Así me ha pasado con multitud de personas interesantes que han tocado mi línea de la vida. Sus vidas las imagino como líneas perpendiculares que avanzan hacia su destino final y en algún punto tocan con la mía, para continuar después su camino... Si, lo sé. Los tengo acostumbrados a textos menos filosóficos, pero es que a veces me pongo a pensar qué fue de éste o aquél, o aquélla que en un punto de mi vida me hizo feliz, me ofreció parte de su tiempo que se traduce en vida compartida, que me provocó la risa –y miren que no es difícil- o me dejó sumida en llanto inconsolable... por eso pienso que los reencuentros son hermosos, que inundan de nostalgia el corazón, y nos dejan un gran vacío cuando se vuelven a ir, y que definitivamente algo se rompe dentro de nosotros... Así se van de nuestras vidas muchas personas por falta de palabras, por falta de imaginación... Lo que es definitivo es que cada una de las personas que ha tocado mi línea de vida me construyen cada día, y tomo lo mejor de cada una...

miércoles, 14 de enero de 2009

Ni hablar del peluquín

Tengo la suerte de tener varias amigas que no tienen la suerte -¿o la tienen?- de no tener una pareja que las enchinche todo el día. Ellas me platican sus penurias cuando salen con un galán. Como más o menos son de mi alzada, los galanes por lo general son hombres de edad provecta... quería poner maduros, pero ¡No! Más bien son grandes de edad e inmaduros en comportamiento... Veamos varios casos:

Caso 1: X va al cine con un galán en edad provecta... no la invita ni unas lunetas “Ricolino”... entra con un envase de agua de un litro y a media película suena una alarma ¡bip, bip! X voltea a ver al individuo que se pelea con una bolsita de plástico “Ziploc” tamaño credencial llena de pastillas, píldoras y cápsulas de todos colores: “Es que me tocan mis medicinas para el hígado y el riñón”. X inmediatamente valora el escenario a futuro y piensa “hombre, de perdida que me dijera si tiene tiempo estimado de vida o por lo menos fecha de caducidad”.

Caso 2: Y sale con un provecto galán pensando que su futuro se encuentra resuelto ya que el hombre ha mundeado, se comporta como todo un caballero y ella lo invita a cenar a su casa. ¿El error?: Darle conchas con chocolate caliente. ¿El resultado? : A la segunda concha el hombre tiene toda la dentadura llena de masa y comienza a mover la boca con movimientos circulatorios de los mofletes para intentar sacar la pasta de entre su dentadura, apelando a las buenas maneras que nos dicen que ¡jamás! podemos meternos el dedo en la boca para impulsar la masa a salir. La que se va al baño es ella muerta de asco y jurando no volver a ver a tan abyecto varón....

Caso 3: Ya la cosa va cuajando con el galán, se van de viaje a la playa... todo parece maravilloso hasta que él aparece en bermudas y patas de gallo... sin comentarios;

... Y eso que no les pongo aquí toda la tlapalería que cargan estos galanes: peluquín, Grecian 2000 color rojizo, dentadura postiza completa y peor aún, puente de metal con muelas en vaso de agua, gotas para la sinusitis, pastillas de una gran variedad, pomada para la varice... y ya le paro, no las vaya a desanimar. Lo mejor para mis amigas, consíganse un galán de perdida de su edad...

domingo, 11 de enero de 2009

Sin palabras

El otro día le dije a mi madre querida que le daba el derecho de replica en este blog. Que si quería escribir algo en respuesta a la nota "Mamita querida" que escribí hace poco. Aquí publico su colaboración.

"De buenas a primeras me topé con “Mamita Querida”, la descarada critica que haces sobre tu madrecita, o sea yo, describiéndome como cruel, irresponsable, inmadura, divagada, infantiloide, ilusa y con una inclinación morbosa hacia la criminología. Soy todo eso y más; pero te faltó agregar el cariño sin límites que les tengo a mis hijos, que es lo más hermoso y divertido que me ha pasado. Me hubieras defraudado si me defines como la clásica mujer abnegada, sacrificada, chantajista y llorona como las buenas mexicanas que sufren el dolor tranquilas.
Me gusta tu apreciación y tu humor, que compartas tú juego conmigo y me sientas tu cómplice, tu amiga, tu “alter ego” y estar en mi sintonía como yo pretendo estar en la tuya. Cada quien manifiesta y entiende el amor a su manera. Me emociona que seas mi hija; admiro tus empeños, tu lealtad y tu sed de aprender más sobre el difícil arte de vivir. A ver que otro día me sacas más trapitos al sol, pues ya que..... Tu mamá".
Evidentemente, me quedé sin comentarios. Pero una cosa es cierta, yo amo a esta mujer y estoy orgullosa de ser su hija...Rima

sábado, 10 de enero de 2009

Instrucciones para no morir de aburrimiento en un concierto

Mi padre tiene una devoción fanática por la música clásica. En la casa de ustedes –para no pecar de grosera- toda la decoración se basaba en muebles retacados de discos elepés de esta música y de algunos rincones en donde mi progenitor ponía cuadritos con retratos de señores con pelucas de bucles o de vestimenta ancestral. Yo desde pequeña ya sabía distinguir a Brahms de Beethoven – ¡incluso los sé escribir!- o a Bach de Mozart, los reconocía más fácilmente que a cualquiera de mis tíos, a los cuales veía allá cada y cuando. Desde muy pequeños, mis hermanos y yo fuimos invadidos por los arpegios de miles de piezas musicales y sabíamos diferenciar claramente qué eran los movimientos: un andante ma non tropo y un presto agitato... Pero la apreciación musical no es fácil de adquirir, se sufre, se llora y se duerme fácilmente en un concierto a los ocho años de edad. De las experiencias que recuerdo con mi padre, una en especial me hace morir de vergüenza: fue cuando me llevó por primera vez a un concierto en donde ejecutaba música de Julián Carrillo. A los ocho años yo nomás estaba como para oír cuando mucho la “Sinfonía de los Juguetes”, pero a quien se le ocurre llevar a una creatura a oír música por demás sui generis. Al principio dije: “esto está muy loco, pero aguanta”... al cabo de diez minutos estaba roncando... me acuerdo que fue en la casa de cultura en donde las butacas de la sala de conciertos podían provocarle a cualquiera una gangrena inmediata en la rabadilla por falta de circulación... Al paso del tiempo, le agarré la onda a la música clásica; es impresionante cómo mi padre puede identificar cualquier pieza musical, decirte de quién es, cuántos movimientos tiene si nomás le chiflas el principio... Cuando íbamos a un concierto de PM yo iba y les pedía autógrafos a los músicos y logré tener una colección significativa de firmas... era raro que una niña de 15 años tuviera una firma de un pianista que mis amigas ni en sueños conocían... pero siempre me llamó la atención la personalidad misteriosa de los ejecutantes, su concentración... su disciplina. Ahí entendí que para hacer algo de calidad no basta con tener sensibilidad artística sino que se tiene que invertir mucho tiempo y esfuerzo en ello... A mi padre le debo mucho, y una de las cosas más bellas es ésta, el aprecio por la música clásica.

Y aquí van las instrucciones:
1. Ir al baño antes de que inicie el concierto, es de mal gusto salirse a la mitad de un movimiento:
2. Pedir un programa para ver qué van a tocar, no es lo mismo Don Julián Carrillo que Mozart, lo digo con conocimiento de causa;
3. Si ponen toda la vida y obra del autor, leerla, esto sirve para entender el espíritu de la época o por lo menos mata el tiempo en lo que empieza;
4. Si la cosa se pone medio aburrida, dar rienda suelta a la imaginación: pueden pensar en un bonito viaje, cómo quieren arreglar su casa y, en el colmo de la angustia, si desconectaron la plancha antes de salir...
5. Si no conocen la pieza musical, hacer como que sí; de repente pueden alzar una ceja o poner la mano en la barbilla como si hubieran oído esa pieza con por lo menos tres ejecutantes antes de oírla en esa versión
6. No aplaudir entre movimientos, revela “falta de ignorancia”
7. NUNCA cerrar los ojos dizque para mayor disfrute, se corre el riesgo de comenzar a roncar, también con conocimiento de causa;
8. Si ya están que no pueden más normalmente se aplica la ley de Murphy: lo más seguro es que cuando el concierto acabe, el público por deferencia a los músicos aplauda a rabiar, esto provoca que el director lo agradezca con una pieza extra o “ancore” que por lo general es “Cielito Lindo”, yo la he escuchado en sinfónicas peruanas, germanas, italianas y en más de una orquesta de cámara. Sugiero pocos aplausos pero entusiastas, así se pueden ir a cenar con sus cuates más temprano;
9. Por favor, no comentar a mi padre sobre estas instrucciones, sería de muy mal gusto que se enterara que les doy estos consejos, pero considero que quien es melómano, sólo seguirá el número 6 como debe ser.

Steve Perry

Adenda a Fever Nigt

Como ya he platicado, tengo un montón de lectores que alimentan mis recuerdos ¿O qué pensaron? La Rima tiene una memoria de elefante... Bueno pues un amigo de éste blog y compañero en aquellas andanzas ochenteras menciona que cuando él sacaba a bailar a alguien le decía: ¿Quieres bailar? Si la fémina contestaba que no, entonces él le decía: “entonces de hacer el amor, ni hablar ¿verdad? Cito textual:
“Bueno, esa frase que pudiera ser tan atrevida, habría quién la tomara de broma y ello ayudaba a romper el hielo, quizás a generar un interés y con ello acceder a bailar. Había muchas más, dependiendo de la habilidad del personaje, pero el objetivo siempre era que no te dijeran que no y que esto no fuese evidente, ya que regresarte con un "no" frente a todos y "todas" aumentaba la probabilidad de que siguiesen nos y nos”.
Luego me aclara que muchas veces, entre ellos se hacían el “quite”, el cual consiste en ir a sacar a dos amigas, una de las cuales era del interés del joven aspirante a bailar; la otra chica es la amiga “gordita”, nada apetecible, por cierto. El amigo, en un despliegue de solidaridad masculina, sacrifica su comodidad para bailar con la gordita, nomás para que el otro ligue. Esos si son amigos. Tenían toda una logística que ni en mis más locos sueños guajiros pude imaginar: platicar con las amigas para dar entrada a los otros que esperaban ser “posicionados” y evitar a como dé lugar el rechazo. Comenta además, que ellos normalmente sacaban a bailar las “calmaditas” a jovenzuelas que podrían ser prospectos para casorio seguro... y seguro que para otras cosas también, que a mí no me engañan... Como podrán comprobar, siempre es bueno saber qué piensa el otro lado de la moneda.

martes, 6 de enero de 2009

Richard Marx y su bonito tupé

Las calmaditas ¡Cómo olvidarlas!

Rock Lobster

Les pongo el enlace del video del rock de la langosta, segurito se acuerdan.

Fever night, fiver night, fever.....

Ahora con estas sugerencias que tengo de parte de un amigo que dice que qué bueno que le hago caso y que esto lo sabrá hasta que no suceda (¿?) paso a relatar las tardeadas de aquellos bellos años ochenta... para empezar, esas sí eran tardeadas, porque comenzaban como a las 6 pm y terminaban a las 9 de la noche... bueno terminaba yo, que era la hora en que me dejaban llegar a mi casa y para rematar las hacían en domingo, lo cual era muy bueno, ya que no conocí tardes aburridas de domingo como las que ahora se viven en mi pueblo quieto... Las tardeadas normalmente las organizaba alguna institución educativa para recaudar fondos para graduaciones y alguna intención loable o como decía un amigo “para una casa hogar, la mía”. La cosa era así: en un lugar de espacio grande, normalmente el Squash Lomas o el centro recreativo o el Skating Music –concepto que requería bailar en patines al más puro estilo Xanadú, lo cual a mí nunca me salió porque de plano no se me da eso de andar sobre ruedas-, nos juntábamos lo más pomadoso de la sociedad potosina a bailar como enajenados... el grupo que amenizaba tales reuniones se llamaba Keeper Sound y eran buenos para el disco de acetato... los cambiaban con una rapidez pasmosa... y luego hacían sus mezclas en casetes de 90 minutos marca Maxwell... Además, íbamos rete emperifolladas, con aquellos peinados de a lo Farrah, vestido abolsado y zapatilla de tacón pulsera con media nylon color nude. Parecíamos señoras, ¡qué cosa! De las canciones que recuerdo más era Rock Lobster de B-52, cancioncilla pegajosa que se bailaba dando brinquitos y con las manos al frente, una verdadera ridiculez... Billy Jean de Michel Jackson junto a otros éxitos como Thriller, en donde salían bailando unos muertitos o Rick Astley con su éxito discotequero Never Gonna Give You Up. A mí los que me encantaban eran los Bee Gees y su hermanito menor,Andy Gibb, sobre todo... El momento esperado por todos era bailar las “calmaditas”, que se entiende eran las que se bailaban de cachetito... Uyyy que te sacara el niño que te gustaba a bailar esas era literalmente ¡la gloria! Ya se sabía uno el disco o el casete de memoria y cuál seguía de cual. Y lo que me chocaba era que nadie te sacara, porque a veces lo que una quería era bailar nomás, sin negras intenciones ni nada, pero esos hombres siempre viendo de lejecitos... Por mencionar algunas: True del grupo Spanadau Ballet, Careless Whisper de Wham!; Hello con Lionel Richie; Righ here waiting de Richard Marx; Steve Perry cantando Sherry o Foolish heart. Claro que no faltaban los comentarios de las amigas: ¡Vas a bailar con él las calmaditas! ¡Pero si es bien mula! Y lo que pasa es que tenían una envidia loca porque ellas no salían ni en tómbola; en el colegio les decían que tenían que bailar “esas” con un brazo de distancia de por medio, aunque la verdad, yo siempre doblaba el codo ¡Bendito sea dios! Ahora nadie saca a bailar a nadie, se ha perdido fatalmente esa emoción de ver que el galán se acerca a ti y te dice “¿Quieres bailar?” No hay nada comparado con eso, las mariposas volaban muy alto en ese momento... A ver de qué se acuerdan ustedes...

domingo, 4 de enero de 2009

Cierran y se van, ¿Eh?

Mi padre es un asiduo jugador de dominó. Creo que tiene más de cincuenta años jugando de manera ininterrumpida el bello juego de las mulas. Recuerdo que cada viernes, religiosamente se juntaba con cuates de diversas calañas e intereses los cuales se entregaban desde las primeras horas nocturnas hasta bien entrada la noche a jugar con loco abandono. A mí no me encantaba el asunto porque las risotadas de los señores, aunadas al ruido de los hielitos en los vasos jaiboleros eran de dar miedo, aunque después comprendí que esto de juntarse a jugar entre varones es una especie de mezcla entre el club de Tobi y terapia psiquiátrica. Era todo un rito preparar la “jugada” en la casa. Se sacaba la mesa de tapete verde, sillas y mesitas en donde mi papá ponía cacahuates, churros y papas en generosas cantidades, aunque ello no obstaba para que más de dos asaltara el refrigerador en la madrugada...
Mi padre, que es hombre de dichos, me platicó que este juego está plagado de ellos y aquí se los pongo para que los utilicen a discreción:

Esa ya fumó en pipa: Cuando los jugadores “bajan” una ficha con valor igual y repetidas veces y que los demás ya no tienen o que ya estás seguro de que el juego termina y uno tiene muchos puntos por lo que ya se perdió el juego. O tener muchas fichas con el mismo valor y no poder hacer nada se aplica esta frase... que es una manera elegantísima de decir ¡Ya valió m...!
Perdón señorita la pisé: cuando te equivocas con una ficha y le tapas al compañero la jugada cuando se supone que tienes que observar su juego y ayudarlo a que salga...
Víbora de dos cabezas ¿cómo te apelativas? El dominó siempre inicia con una mula de seis pero cuando el juego ya está en proceso, se puede salir con una ficha 3-2, por ejemplo. Esto saca de balance a los jugadores que no saben cómo puede estar tu juego y aquí es donde se aplica la simpática frase.
Ante la duda, la más piernuda: Éste doble sentido, que sólo pueden decir los caballeros, se aplica en la siguiente situación: tienes una ficha con muchos puntos, por ejemplo 6-5 y otra muy chica 0-1 y las posibilidades de perder ya son altas, entonces se baja la ficha de más valor al mismo tiempo que se pronuncia la frasecita;
¡Ay méndigo! ¡Hasta el chicle me tragué! Se supone que el dominó se puede jugar en parejas formadas por los compañeros situados uno frente al otro. Cuando tu compañero cierra y tú te quedas con muchos puntos, entonces se exclama de esa manera. También se puede decir: “estoy jugando entre dos traidores y un enemigo”;
¡Esto y robar a una borracha! Cuando cierras y te vas, quedándote sin puntos.

El único defectito que tiene mi padre a la hora de jugar es que no es nada desvelado. Él sabía a qué hora llegaban sus amigos, pero nunca a qué hora se podrían ir. Entonces aplicaba varias estrategias para correrlos que nunca le funcionaban, por supuesto, porque ya se sabe la conchudez de los jugadores. Les decía que se quedaban en su casa, que ya sabían dónde estaba todo, que cerraran y se fueran, y que él se iba a dormir tan campante... se supone que por pena ellos se tenían que ir, pero nada, incluso se daban el lujo de entrar a mi habitación para robarme los cigarros. En otra ocasión, en vez de cacahuates, les puso en los botaneros croquetas de gato. Como estaban bien clavados en el juego lo único que le dijeron fue: “Oye M, están buenas estas botanitas ¿Son nuevas? La frustración de mi padre era infinita... Muchos grupos de dominó han pasado por la vida de mi padre, y en todos ellos ha hecho amigos de sangre... unos ya están en el “Valle del Josafat” como dice él para indicar que el amigo pasó a otra dimensión... No cabe duda de que el juego revela personalidades, sirve de desfogue o de refugio para esposos en desgracia.

jueves, 1 de enero de 2009

Recato y decoro = ripio de candor

Las viejitas de antes si tenían muy claro lo que era el pudor. Si ya se habían “logrado” las pobres, no era cosa de que un doctorcete les viniera a quitar a esas alturas su honra, mancillada por una enfermedad. Me cuenta mi padre que a la tía H, un mal día le detectaron una enfermedad intestinal –seguro porque no tomó su menta poleo- y le recetaron entonces unos supositorios. La pobre mujer andaba que no la calentaba ni el sol nomás de pensar en los supositorios y la forma de insertarlos dentro de su cuerpo níveo e intocado. Pero no contaban con que el pudor da ideas de lo más ingeniosas para estos casos: tomó los supositorios y los hizo cuadritos y después se los comió. Seguro ha de haber pensado: “Total, pues esto saldrá por el mismo lado por donde deben entrar, ¿Cuál es el problema?”. Era tal el pudor en temas relacionados con la reproducción, que cuando mi mamá era niña, acompañaba a mi abue a poner inyecciones; caminado por la calle, no faltaba que leyera un letrero que decía: “Partera titulada. Servicio día y noche”. Mi sagaz madre le preguntaba entonces a la suya: “Mamá, ¿Qué es una partera?”, a lo que mi abuela muy seria le contestaba: “hija, pues son las que dan “parte”. Mi mamá que no era nada tonta a sus siete años pensaba: “¿De qué darán parte día y noche? En otra ocasión, cuando rezaban el rosario una de las oraciones decía “...María siempre virgen antes del parto, durante el parto y después del parto...” entonces la cuestión se convertía en un enigma mayor... y no quiero ni imaginar a mi abuela contestándole eso... seguro le decía que fuera y le preguntara a la virgen... Durante años, mi mamá pensó que los sacerdotes no iban al baño, igual que las monjitas... que eran angelitos. Pues un día en las posadas de San Juan de Dios, vio que un padrecito salía del baño abrochándose la bragueta –nada recatado el curita- y todo su mundo de ilusiones se derrumbó... Ahora entiendo por qué me daba consejos tan escatológicos...