sábado, 21 de enero de 2012

Quiero tener nombre de calle


Siempre me ha llamado la atención ese raro pero necesario oficio dedicado a ponerle nombres a las calles. Nuevamente me imagino –como en otras ocasiones – a unos señores de semblante cetrino, hundidos en una oficina oscura, devanándose los sesos y pensando qué nombre ponerle a las calles que cada día aumentan más en la ciudad. Me dediqué a revisar el mapa de la mancha urbana de mi ciudad y me encontré con unas muy ingeniosas, he aquí algunos ejemplos:

La Calle del amor que hace esquina con la Calle del Olvido; Demócrito –que nunca conoció a Fleming– ahora se hermanan en una esquina; Leonardo Da Vinci saluda por las mañanas a Madame Curie; La calle del Colibrí se convierte en la calle Blas Pascal por medio de la magia de la nomenclatura urbana. Los habitantes de la calle Islas Georginas del Sur no saben ni dónde queda su calle y mucho menos las Islas esas. Por medio de los misterios de la electricidad, el Camino al Aguaje se convierte en Ohm; la calle de Pensamiento hace esquina con No me Olvides formando un sugestivo poema involuntario. Hubo un creativo que le puso a las calles los nombres de todas las mujeres de su árbol genealógico acabando con el conocido “Anagaby”; por supuesto, los héroes patrios no pueden faltar: me encontré más de cinco calles llamadas Miguel Hidalgo, Morelos, Allende o Leona Vicario; los fenómenos meteorológicos están a la orden del día: varias zonas de la ciudad tienen nombres de calle como Nube, Agua, Huracán, Llovizna o Vendaval: las calles que se llaman con número o las letras del alfabeto son la locura y la Torre Eiffel hace esquina con Río Frío. Loro, Cacatúa, Perico, Tucán y Mirlo se convierten en Hacienda de la Parada, Del Sauce, De las Palmas y de las Garzas por la divina intersección de la calle Papagayo. Biznaga, Quiote y Kakuba hacen las delicias de Doña Josefa Ortiz de Domínguez en cada esquina.

Pero en donde sí pueden encontrar una gran inspiración es en el estado de México. En Chimalhuacán hay una colonia denominada “Ciudad Alegre”, donde todas las calles fueron denominadas con nombres de vinos y aguardientes: Añejo de Bacardi, Bobadilla 103, Vergel, Don Pedro, Cerveza Noche Buena, Azteca de Oro y Brandy Cheverny, publicidad gratis, a ver si no les cae la SOPA. La calle de Sombra, en la colonia Quinto Sol, Calle de la Amargura –ojala los de Ciudad Alegre los inviten a echarse unos alipuces –. Juan sin Miedo, Indio Triste, Rayando el Sol, Lindo Amanecer y Callejón del Trancazo son otros nombres que me encontré por ahí. No cabe duda que es todo un oficio esto de nombrar calles, ya no sabe una si la imaginación sobra o falta.

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