lunes, 7 de agosto de 2017

De veras que somos… el misterio femenino 1





Hace poco se suscitó en una red social a la que estoy inscrita el dilema del “eterno femenino” Yo la verdad no tengo ni la más remota idea de cuál sea ese misterio del que tanto hablan los hombres, sobre todo los que le sacan al paquete de tener una relación. No es tan complicado como parece. Para beneplácito de los caballeros que me leen y repudio total de las de mi género por andar rajando cosas que no debo, presento ante ustedes algunos de estos enigmas:

Miedos irracionales: este tema es escabroso, porque las mujeres le tenemos miedo a situaciones irracionales que se derivan de los roles sociales que tenemos que jugar. El primero, que surge cuando ya nos encontramos en edad de merecer y nadie nos ha merecido, es a quedarnos solas. Nos visualizamos muertas en una casa cayéndose a pedazos, rodeadas de gatos -40 para ser exacta- con excremento y bolsas de croquetas tiradas por el suelo; 1,827 revistas viejas y tocando en la radio «Si yo encontrara un alma como la mía», interpretada por María Grever o por Flans, eso no importa. Esto lo pensamos entre los 15 y los 84 añitos.

Los derechos: ahora que por fin nos hizo justicia la sociedad permitiéndonos invadir campos que antes se consideraban de uso exclusivo para varones, queremos estudiar, trabajar, ser independientes. Pero también queremos casarnos, que nos mantengan y tener una casita pintada de rosa, con perro labrador y tres chiquillos que se parezcan a nuestro papá. Esto en tiempo real es absolutamente contradictorio. Las amigas que conozco que se han lanzado a semejante aventura han acabado divorciadas y neurasténicas, tomando píldoras para dormir y aparentando 68 años cuando apenas tienen 33. Humilde sugerencia: si estudia o trabajan, mejor consíganse un amante que les dé cariño en horas fuera de oficina. Las mujeres que conozco que han optado por esta agradable opción tienen 47 pero parecen de 25.

Las compras: uno de los placeres femeninos es ir de compras. Porque nos sentimos tristes y queremos un “jazmín para el alma”; porque nos queremos ver “diferentes” aunque acabemos comprando lo mismo que todas traen puesto; porque nos lo merecemos; porque compramos un vestido azul plúmbago y no tenemos las zapatillas, la bolsita y el moño que le hagan juego; porque todo está de oferta y además nos dan puntibonos en la tarjeta; y porque sí, nomás porque sí. 

Los hombres tienen dos opciones ante la inminente visita a la plaza comercial: o se resignan y deciden seguir a su fémina por todos los departamentos de la tienda ofreciendo semejante sacrificio por las ánimas del purgatorio o bien, se arman de valor y no nos acompañan. Esta segunda opción puede causar una hecatombe de proporciones bíblicas, por lo que no existe.

El bolso: objeto criticado ácidamente por los varones, todos ellos se preguntan qué Judas guardamos entre sus recónditos recovecos. Guardamos de todo, señores y lo más seguro es que lo usemos. En el bolso podemos encontrar desde pinzas para las cejas, un cuchillo digno de Rambo, bolsa para cosméticos, pañuelos desechables, monedero, cartera, espejito, toallas húmedas, las llaves del coche, de la casa y las de la casa paterna; gas pimienta, chicles, cigarros, 4 encendedores, cámara digital, estados de cuenta de hace 5 meses, el teléfono móvil, una libretita, un bolígrafo monismo con brillos en la punta, lentes para el sol, para ver de cerca, de lejos y algunas otras hasta para ver películas en 3D. Si Chuck Noland, personaje de la película “Náufrago” hubiera rescatado una bolsa femenina, otro gallo le hubiera cantado.

Los gustos varoniles: no sólo los hombres tienen estereotipos con los que sueñan aparearse, no señor. Yo no conozco una mujer que me haya descrito al hombre de su vida como: “me encantaría encontrarme a un hombre de panza prominente, con el pantalón fajado debajo de las tetillas, piernas flacas y zambas, con pelona de fraile franciscano, nalga caída, cutis esculpido en piedra volcánica y que ronque como trailer de doble cabina”. Esto no lo sueña ni la que tiene miedo a morir con 40 gatos alrededor. ¡Ah! Y si su fémina osa decir que le encanta Tom Cruise o George Clooney o cualquier galán de telenovela, ni se tuerzan, que es lo mismo que cuando ustedes dicen que les encanta Angelina Jolie...

El salón de belleza: a este sacrosanto lugar vamos a que nos apapachen, a reafirmar la belleza que tiende a caer; a leer revistas de chismes de la farándula, a enterarnos de lo que hacen los vecinos de la colonia, en suma, a ser absolutamente frívolas. Pero vamos con miedo, miedo a que nos tusen, a que la base china agarre de tal manera que parezcamos cepillo para lavar el baño, así que si nos tardamos, no salgan con comentarios del tipo: “¿Fuiste al salón de belleza? ¿Estaba cerrado, verdad?
Esta historia continuará….

Imagen: http://www.actitudfem.com/belleza/relajacion/productos-rosas-que-puedes-comprar-para-combatir-el-cancer-de-mama#image-4

sábado, 4 de marzo de 2017

Y yo ni salgo






Recién me he dado cuenta que la vida en una pequeña ciudad muchas veces aparentemente no ofrece la oportunidad de tener vivencias que conmueven o permite tener contacto con personajes de del mundillo social. Pues fíjense que no. Esto es una vil mentira. Les voy a platicar un caso que considero fue un encuentro inesperado y asombro, nomás este, porque he tenido muchos.
Desde mi computadora y en la comodidad de mi hogar tuve la oportunidad de ingresar a la «aldea global». Evito nombres por respeto a los protagonistas, bueno al otro protagonista, que ya goza de los privilegios de la gloria del Señor.

Resulta que hace ya algunos años, cuando se usaban los famosos «salones de chat» andaba yo a la caza de personas interesantes y un señor ya entrado en años me contacta por ese medio. Ya ni me acuerdo cómo era ese asunto, pero pasamos al contacto por correo electrónico. Ya saben, me dijo que me quería conocer, que si patatín patatán. Y pues una que siempre gusta de la curiosidad y el morbo, no tiene más remedio que contestar. El primer correo muy ingenuo de mi parte: —¿a qué te dedicas?—, a lo que él me contestó muy propio: «soy escritor y periodista». Me dio su nombre y yo me quedé impávida, pero con mucha curiosidad, así que lo busqué en la limitada red que en esos días había. Lo que me encontré me dejó boquiabierta. El señor era un eminente periodista, tenía chorrocientos libros publicados, tuvo su propio programa de televisión en conocido canal cultural por varios años y fue una figura muy reconocida en el medio ambiente editorial por ser parte aguas en publicaciones que antes no se hacían en México. Ya saben, yo con cara de suela de zapato, pero honradísima de que un personaje de su talla me haya manifestado su deseo de conocerme, a mí, pobre mortal refundida en risueño pueblecillo del interior de la república.

Llegué con mi madre, que siempre es mi referencia ante personajes de esta naturaleza y me dijo: —«¿Recuerdas los recortes de revista que alguna vez te mostré? Pues él es el autor de tan bellos textos»—. Rauda, le escribí un correo para platicarle de tamaña coincidencia. Esos textos, le dije, reflejaban un conocimiento íntimo de la naturaleza femenina y me encantaban. De hecho, todavía los guardo con celo, le comenté. Bueno, pues para no hacerles el cuento largo, me dijo que ya los había vuelto un libro y que no se habían publicado porque lo vetaron del mundo periodístico por motivos oscuros. De esas cosas que jamás pasan en nuestro México.


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Tuvo a bien compartirme su libro en formato PDF con la consigna de que no lo compartiera hasta su publicación, cosa que he llevado a cabo, por ser su voluntad. La amistad terminó cuando al querer entablar una plática más profunda con él, le pregunté: —¿Cree usted posible que se pueda dar una amistad sincera entre un hombre y una mujer?—. A ver, pero que sonsa. Jamás me volvió a escribir, pero guardo la anécdota con mucho cariño. Para que vean que desde la comodidad de nuestro hogar, pasan cosas de gran intensidad, porque la verdad, yo ni salgo.

domingo, 22 de enero de 2017

Origami amoroso




No cabe duda que los amantes decimonónicos se daban sus mañas para comunicarse, confieso que nunca había visto el “lenguaje de las tarjetas” aquí se los pongo por si se les ofrece:
Doblada la esquina derecha superior: VISITA
Doblada la esquina izquierda superior: FELICITACIÓN
Doblada la esquina izquierda inferior: DESPEDIDA
Doblada la esquina derecha inferior: PÉSAME
Dobladas las dos esquinas superiores: VEN A VERME
Dobladas las dos esquinas inferiores: CORRESPONDIDO
Dobladas las dos esquinas de la derecha: ACEPTO
Dobladas las dos esquinas de la izquierda: NO VUELVAS
Doblada la esquina derecha superior o izquierda inferior: CITA
Tres esquinas dobladas hace dentro: NO HAY PELIGRO
Las mismas esquinas dobladas hacia fuera: HAY PELIGRO
Dobladas las esquinas inferiores una hacia dentro y la otra hacia fuera: ESPERANZA
Dobladas las dos esquinas de la derecha una hacia dentro y la otra hacia fuera: NO PUEDO
Dobladas las cuatro esquinas: CALABAZAS (sic)
Doblada la tarjeta por la mitad: DESPRECIO.

Nada más de imaginarme cuántos errores se pudieron haber cometido por no saber este código mi alma tiembla de pesar. Me chocan los amores no correspondidos.

Fuente: “Colección Cartas amorosas No. 2”, Editorial Vanegas Arroyo, México. Grabado por José Guadalupe Posada.

domingo, 15 de enero de 2017

¡Te digo, pero ahí vas...!





Estimados lectores: (si es que queda uno por allí que me extrañe) me vi forzada a dejar este blog para adquirir experiencia y tener más historias de vida que contar por aquí. Después de un matrimonio fallido, tres relaciones bastante esclarecedoras, cinco kilos más, dos operaciones y cumplir con la edad requerida, ya puedo continuar con estos escritos, fruto de la experiencia de la observación de la naturaleza humana y de mis propias regadas de tepache. Así que me arranco.

Recién durante este año, he observado que en las temidas redes sociales proliferan sitios que se dedican a realizar videos de no más de un minuto, disfrazados de buenas intenciones, pero que no son más que la versión ultra mega reducida de libros de autoayuda, los cuales como saben, detesto bastante. Es entonces que como una ayuda a la comunidad, propiciar el conocimiento interior y para que no se vayan con la finta, he decidido poner en evidencia estas fuentes de saber, sobre todo para ahorrarles tiempo ahora que inicia el año.

Aclaro antes de empezar, que no niego que son efectivos los consejos, que están llenos de buenas intenciones, igualito que el camino al infierno y que cada quien es libre de albergar en su alma la esperanza y determinación del «ahora sí lo voy a hacer». Para que luego no me reclamen, yo respeto mucho. Ahora sí, me arranco.

Micropíldora de sabiduría 1: «Tú tienes la fuerza interior para cambiar. Si algo no te gusta, cámbialo. No es necesario que vivas como lo haces. Deja tu trabajo, tus amistades a tu familia y a tu pez dorado; toma tu mochila (aquí se dan instrucciones de cómo doblar la ropa) y parte a conquistar el mundo»
Provoca en nosotros: «¡Sí, ya es tiempo de cambiar! ¡Estoy hasta el queque de que mi mamá me mande, de que mi novio me cele, de darle de comer al maldito pez, de tener que levantarme a las cuatro de la mañana para hacer ejercicio e ir a trabajar! ¡Nunca más, tengo la edad, tengo la fuerza, solo se requiere de voluntad y esa… más o menos! A ver almohada, ¿cuánto dinero tengo para irme al Tibet a seguir al Dalai?.. mmm, ok, sí la hago!
Pero nosotros vamos y… Nos levantamos a las 4 de la mañana, nos arreglamos, ya se nos olvidó lo que leímos, nos peleamos con el jefe, nos despiden; tenemos deudas, mismas que serán pagadas por nuestros padres y el pez dorado sigue boqueando…

Micropíldora de sabiduría 2: «¿Te has preguntado por qué sigues en una relación tóxica? ¡Ya no más! No te quedes con quien no quiere quedarse contigo. Aferrarse a alguien genera un desgaste emocional que le da en la torre a tu autoestima. Perder  alguien duele mucho, pero es más triste no amarte a ti mismo»
Provoca en nosotros: «¡Ese cabrón me las va a pagar, ahora sí verá como lo ignoro con todititita mi indiferencia, sentirá el desprecio corriendo por sus venas, lo voy a bloquear del feis, del guats, del tuiter, de instagram! ¡Ya lo estoy viendo, preguntándose qué haré, con quien estoy, por qué lo saqué de mi vida! ¡Quiero ver que se arrastre a mis pies, que llore, que se rasgue las vestiduras, que mande decir misas por mi alma, que me encomiende a Santa Rita, patrona de los imposibles para que yo vuelva a su lado, mientras yo me río entre dientes y de lejitos...!»
Pero nosotros vamos y… «¡Ay no, pobre! Seguro ya está con el pendiente ¿pues cómo lo dejo así? Va a pensar que me morí y seguro hace un mega pancho. Ya lo vi, buscando hasta con perros por la Sierra de San Miguelito, grabando en cada penca mi nombre. ¡No pobre, no puedo hacerle esto! Le voy a escribir un Inbox: —¿Juan? Hola gordi ¿qué haces?—.»

Micropíldora de sabiduría 3: «¿Sabías que la chía es una planta milenaria con propiedades astringentes, ayuda a limpiar el riñón, deja el colón para estrenar, evita las palpitaciones del corazón y genera serotonina en el cerebro que es la causante de nuestra felicidad? Desde el inicio de los tiempos los chinos la han tomado y se ve su evidente longevidad»
Provoca en nosotros: «¡Mañana mismo me compro cinco kilos de chía, la venden barata en el mercado y al mayoreo sale muy buena, no como en los supermercados que te la venden por medios kilos y bien cara. Me levanto y voy al sobre ruedas de atrás de mi casa, igual hasta me dan pilón y así no doy tantas vueltas!»
Pero nosotros vamos y… No usamos la chía ni para hacer macetas de animalitos. La chía se llena de gorupos o se la regalamos a nuestro amigo hipster…

Micropíldora de sabiduría 4: «Los gatos son un tesoro. Son la personificación de la elegancia y el buen gusto. Cada gato es un tigre en un cuerpo tierno y esponjosito; dormirá a tu lado cuando haga frío. Su ronroneo es curativo ya que limpia de colesterol las venas y saca las toxinas de tu cuerpo pecador. Tú serás su amigo y proveedor, acepta sus regalos con amor; es un excelente despertador; les encanta jugar con bolas de estambre y plumitas. Duermen 18 horas al día. ¡Una maravilla!»
Provoca en nosotros: «¡Mañana mismo adopto un gato!»
Pero nosotros vamos y… Adoptamos un gato. Pero duermen las 18 horas que tú no estás en casa porque cuando estás, quiere comer, jugar con 28 variedades de juguetes diferentes, te deja los muebles como peluca Pixie y además, tienes la piel rallada por sus simpáticas garritas ya que eres su presa más codiciada. Y se callan, porque tengo un gato.