Pues
resulta que nos pasamos la vida contestándoles a los demás toda serie de
cuestiones, que aparentemente ellos ya han zanjado. He aquí un listado de las
preguntas que son obligatorias y demandan una respuesta correcta y satisfactoria.
Se omiten preguntas existenciales como ¿por qué estoy aquí?; ¿cuál es mi misión
en la vida según las monjas de mi colegio? y ¿qué es lo que quieren las
mujeres? por no haber respuesta satisfactoria:
Del nacimiento y primera infancia:
Aquí te
libras de contestar tú así que la mamá recién parida recibe el bombardeo de
amigas, tías, suegra, hermanas y demás féminas curiosas: "¿Y cómo le vas a
poner al niño? Ni se te ocurra ponerle como tu abuela Eutiquia, ¡Imagínate,
pobre bebé!
¿A qué
jardín de niños lo meterás?
¿Quién
te lo va a cuidar cuando vuelvas al trabajo?
Segunda infancia y adolescencia:
Cargando
el rebuscado nombre de Eutiquia Yazmín, nada más porque a tu madre se le ocurrió
darle en la torre a tus tías metiches, ahora te enfrentas a las siguientes
preguntas de rigor:
¿Qué
significan tu nombre?
¿Cómo
te gusta que te digan?
¿Te
podemos decir Tiquia?
En ese
momento comienza el odio hacia tus padres, que tanto daño te han hecho.
Edad adulta
Y
llegamos al momento de la vida en que es crucial darle gusto a los demás
respondiendo de forma satisfactoria y creíble las preguntas que nos son
sorrajadas en la cara en el momento más inesperado. Veamos:
Se
asiste con cierto temor al bautizo del hijo de tu prima Pita. Asiste a la
fiesta el pesado de tu primo Fernando que siempre se ha destacado por llevar
una vida recta, mesurada y basada en los más altos valores humanos y además, anda
estrenando una novia que conoció en el coro de jóvenes apostólicos. La
muchacha, con la vista baja, sonrojada y con voz tímida, avienta un "mucho
gusto" a todas las personas ante las que desfila.
Satisfecho
el morbo de la novedad, tu tía se dirige hacia ti. La ves caminar en cámara
lenta; se esboza una pequeña mueca que quiere ser sonrisa; sus ojos se
entrecierran, abate las pestañas y con una ingenuidad malsana te espeta sin
pudor alguno: “Y tu ¿ya tienes novia? ¿Por qué no la trajiste? y ¿Para cuando
mi'jito?” …esas preguntas son peores que las que se hizo Nietzsche en
sus momentos más negros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario