Ahora que termina la temporada vacacional viene a cuento este tema porque ¡cómo se les ofrece! O lo que es peor que “pior”: andamos de ofrecidos. Resulta que hace unos días tuve la atinada oportunidad de viajar a conocida capital de lejana república... Lo que no fue tan atinado de mi parte, fue decir que iba. Como cascada, comenzaron a llegar mensajitos, llamadas telefónicas y notificaciones en el “feis” para hacerme encarguitos de diversa índole. Son increíbles las cosas que se nos ofrece que nos compren o les compremos. Además, la manera de pedir las cosas es lo que nos mata: “si te queda de pasadita” (¿A dónde me pregunto yo?); “Si no te causa mucha molestia” (¿?); “Es que fíjate que ya lo probé y es lo único que me funciona”. Y nomás llegamos a nuestro destino y el pensamiento lógico nos dice que “primero voy a comprar todos los encarguitos y luego ya me dedico a lo mío”. Si como no. Pasamos cuatro de los cinco días de nuestras vacaciones peinando cuanto centro comercial, librería de viejo y tienditas en donde supuestamente se vio por última vez el producto, tratando de encontrar algo que a veces, sólo existe en la imaginación de nuestro encargante. ¡Ah! Y un detalle básico: no nos dan dinero para traerlo, porque “luego que llegues, te lo pago” (¡#*/%&!#).
A continuación, enlisto los objetos encargados que a mi juicio son los más llamativos por su exotismo, y procedo a dar algunos consejillos para evitar a toda costa venir cargando con maletas “extra”:
Fábrica de algodones de azúcar
El “Sonic Blade” (No pregunten, yo tampoco sé qué es a la fecha)
Un libro sobre el tratamiento del ocote en instrumentos de viento
Dos pomos de tratamiento con “chocolaterapia”
Una pomada para las encías hinchadas
Un Matka (¿Partida en dos por tu cicatriz de cesárea?)
Una cuerda para Balalaika (El corazón tiene razones que la razón desconoce. ¿Por qué me encargan esto a mí?)
Consejos para evitar encargos:
1.El básico: nunca digas que saldrás de vacaciones, simplemente desaparece;
2.Si es inevitable comentar nuestra salida, ya sea por presunción o para que no se apuren por nosotros, advertir que nos vamos a Europa, pero a un convento cisterciense, en donde no podremos salir de compras porque vamos a eso, a una terapia de “desapego material”;
3. Apuntar con sumo interés todos los encarguitos, preguntar incluso dónde lo venden: regresando decir que “olvidamos la lista”;
4.Pedir el dinero por adelantado en Euros e incluir tarifa por exceso de equipaje. Éste es el que menos falla.
5.Sugerir sitios de compras por medio de la red: todo se puede comprar por e-bay, Amazon, Mercado Libre y similares.
Para que luego no se expongan a la frase letal: “Ay, pues éste no era, pero gracias de todos modos”.
Esta nota se la dedico a mi amiga M que es fuente de gran inspiración para mí (aclaro que ella tiene la prudencia de no encargarme nada).
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