Hace un tiempo, mi madre y yo asistimos a un funeral. Cuando una va a esta clase de eventos, nunca se está preparada para lo que se verá, además del difuntito en su caja. El fallecido vivió casi toda su vida en un pueblecillo de J. por lo que los asistentes eran oriundos de aquél lugar se dejaron venir en tropel. Cuando entramos a l velatorio, estaban por terminar un rosario. De pronto, una viejecilla con voz tipluda y cascada por los años, comenzó a recitar una oración, que por su contenido nos asombró y sobre todo, nos intrigó. Durante años estuvimos buscando la dichosa oración, porque poca gente la conocía, pero aquí se las pongo para que la lean:
LAS DOCE VERDADES DEL MUNDO. Que son base firme de nuestra santa religión
Los doce apóstoles
Las once mil vírgenes (¡¿?!)
Los diez mandamientos
Los nueve meses
Las ocho angustias (yo nomás conozco los siete dolores, pero esto rebasa mi cultura religiosa)
Las siete palabras
Los seis candelabros
Las cinco llagas
Los cuatro santos evangelios
Las tres divinas personas
Las dos tablas de Moisés
Y la Santa casa de Jerusalén, donde Jesucristo vive y reina por siempre jamás; me ayuden y me protejan. Amén.
Les pongo otra, que estoy segura data del tiempo de la Colonia:
Padre, Señor del Saucito
Cristo Santo y Milagros,
Líbranos de todo mal,
De robo en camino real,
De pleitos y heridas mortales,
Y de bravos animales en montes, cerros y llanos,
Por las llagas de tus manos
Y tus ojos sacrosantos,
Tú me librarás de espantos,
En los fuertes aguaceros
De brujas y de hechiceros;
De rayos y torbellinos,
Y de los malos vecinos que intenten hacerme mal,
La peste aleja de mí
Pues aunque ya te ofendí
Por la llaga del costado,
Haz que no me muera en pecado,
Por las llagas que aquél clavo,
Hizo de tus sagrados pies,
Tu santo auxilio me des;
Por tu Santísima Cruz,
Mi dulcísimo Jesús,
Por tu sagrada corona
Haz que en la última hora,
Cuando a juicio sea llamado,
Reciba ya confesado,
La Sagrada comunión,
Dame tu bendición,
Padre Señor del Saucito,
Y en mi vida temporal,
Auxiliame de tal suerte,
Que al fin consiga ir a verte
A la patria celestial.
Las voy a rezar todos los días junto con el angelito de la guarda, seguro por ahí andan brujas y alimañas como queriendo pelear.
1 comentario:
¡once mil vírgenes!
¡El horror! ¡El horror!
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