viernes, 16 de diciembre de 2011

Lo supe de “oídas”


Ya les he platicado de mi estado peatonal. Esto me da pie a trasladarme por mi rumbosa ciudad ya sea en taxi o en el “urbano”. Y nada hay más placentero para mí que escuchar las conversaciones ajenas que se generan durante el trayecto. Imaginen esta conversación:

Señora de cierta edad: – “Yo se lo dije a mi mamá, pero ahora ya ni modo… pos a ver ahora como le hago…”–
Joven a su lado: –“Psss, ya no te atormentes, ni modo que cambies las cosas…”–

No, bueno, ya el sólo inicio de esa conversación me hace parar oreja, hasta me hago como la que me voy a caer para estar más cerquita:

SCE: –“Si, ya sé, pero lo que más me puede es que no se le quita la maldita costumbre de criticarme todo lo que hago, con quien me junto…”–.
JASL: –“¿A estas alturas? Pss ya estás grandecita ¿No?”–.
SCE: – “Es que si estuvo regacha la cosa, se enteró de una manera bien fea la pobre y pss ora si que ni cómo arreglarle…”–.

A estas alturas, muero de la curiosidad, el morbo embarga a mi alma y mi mente calcula rápidamente con fórmulas aprendidas en secundaria sobre distancia y tiempo, cuánto me resta para develar el misterio:

JASL: –“Pss habla con ella, dile que no fue tu intención, que pss eres humana, que todos nos equivocamos y merecemos una segunda oportunidá [sic]…”
SCE:–“ ¿Y la niña? A ver, dime que hago con la criatura… ella no tiene la culpa, ta’ chiquita…”
JASL: –“¡Ay no ma…! ¡Ella ni por enterada! Total, ya le dirás cuando tenga consciencia…”–

Consternada, veo que sólo me quedan dos cuadras para mi parada. ¿Qué hacer? ¿Me bajo? ¿Le sigo? ¿Y si se bajan ellos en la siguiente parada? ¿Y si viven hasta la punta de la cola del diablo y luego no tengo cómo regresarme? Ni modo que los siga, o que le dé mi tarjeta alegando que soy “coaching” en desarrollo humano… No me queda más que el recurso de terminar la historia usando mi imaginación. Luego les cuento en que acabó todo, que me tengo que bajar en la siguiente…

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