Cuando uno es jovenzuelo no se preocupa por el futuro a largo plazo. Vemos el fin de nuestros días muy alejado de nuestra realidad. Pero el tiempo pasa más rápido de lo que pensamos y cuando menos lo esperamos, tenemos tras nosotros miles de vivencias, experiencias de aprendizaje y otras tantas de las que no quisimos aprender. Considero que en una mediana edad es importante pensar en un plan de vida para cuando nos llegue el tiempo de descanso, de recapitular lo vivido, de compartir con los demás esa experiencia y sabiduría que la vida nos concedió. En un pequeño parque de mi ciudad, se reúnen a diario varias personas, algunas jubiladas, otras, solas porque la vida los llevó a esa situación. A este grupo yo lo nombro “El club de la banca de Tequis”. Todos los días, siete días a la semana, acuden unos presurosos y otros no tanto, a la esperada cita en la banca de Tequis. Ya los visitantes asiduos al parque respetan el lugar de los provectos personajes que acuden a su banca a componer el mundo. Las pláticas que se suscitan en esa banca son muchas y recurrentes: “todo tiempo pasado fue mejor”; “cuando yo era niño…”; “Ahora los muchachos se comportan…”; “¡Mira nomás esa pareja…!”; “¿te acuerdas de Perenganito, el que se casó con Menganita…?” y un sinnúmero de frases hechas, hechas para personas que viven de sus recuerdos, que no saben vivir el momento, que están muertos en vida, que ya nada los ilusiona ni los motiva. Sienten que han cumplido: como padres o madres, buenos proveedores del hogar, sufrieron pérdidas, tuvieron prosperidad o por el contrario, la vida les quitó lo que por derecho pensaron que les pertenecía; hicieron daño y se los hicieron pero también dieron lo mejor de sí en el trabajo y vieron sus esfuerzos recompensados con un reloj con el logo de la empresa impreso en la carátula o una pluma fuente que ya no tiene repuesto… Es importante tener amigos, socializar, no quedarse en la casa “nomás alimentando el juicio”, deprimidos porque ya nadie les hace caso, porque los hijos se encuentran en plenitud profesional y cuidando de sus familias. Pero una banca en un parque no lo es todo en la vida. A cualquier edad es importante tener un proyecto de vida, de acuerdo a nuestras capacidades, a nuestro estado de salud. Si todavía se puede ser independiente, si todavía se tiene capacidad motora; si nuestros achaques se pueden controlar con medicamento considero que es realmente triste abandonarse a ver pasar la vida sentado en una banca de un parque. Según estudios realizados, si una persona de la tercera edad logra estructurar un plan de vida que incluya actividades culturales, sociales, de aprendizaje o ejercitación física, logra atrasar su reloj biológico de 10 a 15 años. Lo maravilloso de tener un plan de vida a esa edad es que ahora se hace por voluntad propia, para alimentar “mí espíritu” y no el de los demás. Es la época de disfrutar lo sembrado, de compartir la sabiduría y el conocimiento acumulado a lo largo de los años; es tiempo de hacer agradable la vida a los demás… Esta nota se la dedico a mi padre, que pasa sus días en una banca… con mucho amor te digo: tienes mucho por dar, mucho por enseñar, pero también, todavía tienes mucho por aprender. Te amo padre.
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