Aunque a muchas personas que se consideran cultas y conocedoras de la música clásica juzgan a Vivaldi como un compositor simplón y bonachón en contrapartida del barroquísimo y complejo Bach, a mi me encanta escucharlo. No cabe duda que la música alimenta el espíritu: Vivaldi tiene a mi parecer, composiciones que elevan el espíritu y le otorgan un descanso al alma cansada o adolorida. Pero a veces se me olvida que existe.
¿Cuántos correos recibe usted con mensajes alentadores, pensamientos positivos, decretos, reglas de vida, juicios acertados, afirmaciones, proverbios, refranes, poesías, acuerdos, frases célebres, sentencias aleccionadoras y ejemplos de vida? Esa es una de las actividades más frecuentes en la red. ¿Cuántos libros ha leído al respecto? Me he dado cuenta que las librerías son un indicador excelente para ver lo que aqueja al ser humano, sólo con ver los títulos de los libros de autoayuda y temas afines que se encuentran en sus estantes. Es chistoso, pero yo en lo personal creo que toda esa ayuda la tenemos frente a nuestras narices y no la vemos ni de reojo. Sucede que compramos un libro con la esperanza de encontrar respuestas a nuestros estados de ánimo, a situaciones difíciles por las que pasamos, cuando la respuesta se encuentra en nuestro interior. Y sucede que se compra el libro, se lee con avidez, se subrayan los párrafos que a nuestro entender puedan resultar significativos para sobrellevar la depresión, o las relaciones con nuestros próximos, o para mejorar nuestra calidad de vida o simplemente para tener una “filosofía de vida personal”. Conozco personas que se la pasan citando frases célebres o párrafos enteros de libros para otorgar al que escucha una “lección de vida”. Se me figura como cuando alguien va a comulgar y saliendo de la Iglesia le lanza un reperiquete a la esposa porque algo no se hizo como debía ser…
Reconozco que he leído libros de autoayuda. Y como los he leído, puedo decir sin temor a equivocarme que me chocan, tanto como me molesta que ocupen un espacio precioso en una librería. Opinión muy personal, pero así es. Me intriga saber cómo vive una persona siguiendo reglamentariamente los cuatro acuerdos, o las premisas de ¿Quién se ha robado mi queso? En el momento de la lectura lloramos conmovidos, pero al apagar la computadora, la información se queda perdida en la red, sin nadie que la rescate. Todo este rollo viene al caso porque a veces se nos olvida que existe Vivaldi…, y la sobremesa con la familia…, y la plática sabrosa con una amiga… y los días de campo…, y la alegría de un perro que nos recibe gustoso…, y la risa ante un buen chiste…, y el sonido de la lluvia y los truenos, que me encantan…, y sentirme chiquita ante la inmensidad del cielo. Y como estas, podría mencionar mil formas de sentirnos bien, de querer seguir adelante. Y que no se me olvide, también me gusta Bach.
2 comentarios:
A mi me encanta el barroquísimo y complejo Bach.
Hola; Rodolfo.
Lo sé Rodolfo!!!! a mi también, pero Vivaldi me encanta!!!! Un gran abrazo!!!!
Publicar un comentario