lunes, 15 de noviembre de 2010

Cybermom

El año pasado, mi padre le regaló de navidad a mi madre una laptop. Durante tres meses ella la contempló con escepticismo, miedo y reticencia total. Que le daban miedo tantos botones, que si la iba a echar a perder, que no tenía tiempo, que esa cosa le iba a sacar el alma, que era cosa del diablo… A los tres meses, decidió prenderla. Al principio no entendía nada, pero poco a poco y con la consigna de “nomás pícale, no pasa nada” de sus resignados hijos, que había intentado darle cursos de computación y que sólo obtuvieron lágrimas y rechinidos de dientes con la consabida rasgada de vestiduras por parte de la alumna. Pues comenzó a “picarle” a los botones de la mencionada computadora. Ahora, a ocho meses de esos eventos, les puedo decir que hemos creado un monstruo. Mi madre ya domina el correo electrónico, el skype, el buscador de Google, Youtube y todo el paquete office… incluso ya está inscrita en una red social y ni cuenta se dio.

Mi problema es que ahora me manda cartas como la siguiente:

Asunto: Brumas y lejanía (ya desde el título)

Querida Rima, dale gracias a Dios que aun recuerdo tu nombre, pues hace tanto tiempo que no te veo ya que nos ha separado una gran distancia, que la imagen de tu cara se esta perdiendo de los registros de mi mente. Alarmada busqué una foto tuya y por más que quise descubrir tus rasgos, fue inútil...[…]Yo aquí permanezco inmóvil en un rincón, tejiendo calceta, platicando con mi gata y abandonada por su familia. […]Pasan los días y con mis lágrimas y mis recuerdos, veo pasar mis horas amargas ya ni siquiera salpicadas de esperanzas. [...] tu goza la vida y no pienses en esta pobre anciana que musita tu nombre e invoca tu presencia, como un bálsamo salvador. Mojo tu mano con una lagrima, tu madre.

Omití algunos párrafos para que los lectores que no conocen a mi madre me asesinen por ser una hija ingrata. Que ahora, si no le hablo un día, se desboca en este tipo de correos… Otra de las apasionantes facetas que despertaron en ella, fue la de investigadora. Le hablo y me dice: “bueno hija ya me voy, que tengo una lista de cosas por investigar”. Sus investigaciones radican en la vida de asesinos en serie, masacres mundiales, declaraciones prohibidas por las buenas costumbres y demás lindezas. Pero lo que sí le reconozco, es que no se deja llevar por lo que dicen los correos que contienen presentaciones con pinturas adjudicadas a otros, instrucciones de vida y odia las cadenas de San Juditas, como yo. Sólo le pido a Dios que no se vuelva hacker y robe un banco.

1 comentario:

Sivoli dijo...

¡Ahora entiendo muchas cosas en esa forma de hablar!