domingo, 18 de agosto de 2013

El grupo versátil



Una de las cosas que me da más flojera en esta vida es asistir a una boda. No por los novios, que me han invitado de buena fe, no por los comensales que por lo general son personas lindas y con las que guardo cierta amistad. No porque hayan liberado dos mil setecientas mariposas blancas en la ceremonia religiosa. No el menú, que ya es esperado con anticipación: sorpresa de quesos finos; una sopa que sabe a harina salada y que nos permite elegir el sabor que deseemos: queso, crema de pistache o chícharos; lomo bañado de una cremita café, con una papa al horno y acompañado de una escultura barroca elaborada con zanahorias y coles cocidas y de postre por lo general y para no errarle, pastel de boda. No señores, lo que me da flojera de las bodas, después de un exhaustivo acto de reflexión, es el grupo versátil que ameniza el evento por cinco horas aproximadamente. Veamos en qué consiste su versatilidad:

Inicio:
Para comenzar a calentar motores y mientras la concurrencia trata de digerir el menú antes mencionado, el grupo versátil toca a voz en cuello todos los éxitos de Luis Miguel, Diego Verdaguer, el Buki, Alex Sintec o Armando Manzanero. Normalmente se seleccionan por ser del género romántico creyendo que así los comensales pueden platicar muy a gusto.

Las de cajón:
Aquí ya empieza la fiesta como tal, y como primer número, los desposados eligen una canción con la que se sienten plenamente identificados ya que refleja su historia de amor. Las más seleccionadas son las de Celine Dione, You are the inspiration de Chicago, Te amaré  de Miguel Bosé y ya si son bien alivianados, Bachata Rosa de Juan Luis Guerra. Si gustan de las novelas, su selección girará en torno a los duetos como el de Lucero y Mijares cantando El privilegio de amar.
La repiten cinco veces para que todos los familiares tengan la oportunidad de bailar con la feliz pareja. Después de esto, se toca la víbora de la mar, se lanza el ramo, el novio le quita el liguero a la novia con los dientes a ritmo de jazz cachondo y finalmente, comienza la fiesta.

Para abrir boca:
Si el grupo versátil desea poner ambiente en la fiesta lo mejor de su repertorio recae en canciones de la Sonora Dinamita, la Margarita o los Ángeles Azules. Una vez que todos agarraron el ritmo, reparten entre los asistentes cuernos de venado http://www.youtube.com/watch?v=OpVA97Lfgks , capotes para el paso doble, sombreros ridículos, serpentinas, gorras y antenas de colores varios que le darán realce al baile y pondrán a la altura de las circunstancias a la concurrencia.

Canciones con instrucciones
Este bloque de canciones sirve para decirle al público asistente qué tiene que bailar y como. Tenemos por ejemplo, La Bala que nos precisa de manera metódica http://www.youtube.com/watch?v=6osBpZN14bE El único problema de esta canción es cuando la letra invita a los asistentes a que “todos para abajo”, algunos ya no suben. Otra muy socorrida es la que entonan con gran ánimo y alegría los integrantes de El símbolo: Levanten las manos http://www.youtube.com/watch?v=ysV1nFBfZhg esta canción y siete cubas entre pecho y espalda tiene el poder de hacer sentir súper sexys a los asistentes. Otras canciones con instrucciones implícitas son No rompas más mi pobre corazón de Caballo Dorado, aquí les dejo una versión de instrucciones en el remoto caso de que no se la sepan: http://www.youtube.com/watch?v=OhWkJK77uoY  Y La Macarena no puede faltar: http://www.youtube.com/watch?v=VopTCbv3fS4

Canciones para estado matrimonial
A todos los invitados nos encanta burlarnos del nuevo estado de la pareja, la cual ignora lo que le depara el futuro. Es por esto que el grupo versátil ha incluido en su repertorio una serie de canciones de advertencia para que los dos integrantes del anhelado vínculo estén advertidos y luego no se anden con eso de que “yo no sabía”. En primer término tenemos la popular cumbia Capullo y Sorullo que narra esta pícara historia sobre cuernos e infidelidades. La cortina por su parte, nos da instrucciones precisas sobre que es preferible casarse con un viejo http://www.youtube.com/watch?v=9g5MZsgQdIU ; o la de “Mete y saca” dechado de dobles sentidos: http://www.youtube.com/watch?v=4A008luUDD0

Canciones retro
Para cumplir con las expectativas de todos los asistentes, y para propiciar el bonito palomazo, el grupo versátil comienza con un potpurrí de canciones deTimbiriche http://www.youtube.com/watch?v=p9qDUx3a-rQ en donde todos berrean “Tu y yo somos uno mismo” como en sus mejores tiempos.


Si siguen estas breves instrucciones, tienen la fiesta inolvidable asegurada.

domingo, 11 de agosto de 2013

Cuestiones insalvables



Pues resulta que nos pasamos la vida contestándoles a los demás toda serie de cuestiones, que aparentemente ellos ya han zanjado. He aquí un listado de las preguntas que son obligatorias y demandan una respuesta correcta y satisfactoria. Se omiten preguntas existenciales como ¿por qué estoy aquí?; ¿cuál es mi misión en la vida según las monjas de mi colegio? y ¿qué es lo que quieren las mujeres? por no haber respuesta satisfactoria:

Del nacimiento y primera infancia:
Aquí te libras de contestar tú así que la mamá recién parida recibe el bombardeo de amigas, tías, suegra, hermanas y demás féminas curiosas: "¿Y cómo le vas a poner al niño? Ni se te ocurra ponerle como tu abuela Eutiquia, ¡Imagínate, pobre bebé!
¿A qué jardín de niños lo meterás?
¿Quién te lo va a cuidar cuando vuelvas al trabajo?

Segunda infancia y adolescencia:
Cargando el rebuscado nombre de Eutiquia Yazmín, nada más porque a tu madre se le ocurrió darle en la torre a tus tías metiches, ahora te enfrentas a las siguientes preguntas de rigor:
¿Qué significan tu nombre?
¿Cómo te gusta que te digan?
¿Te podemos decir Tiquia?
En ese momento comienza el odio hacia tus padres, que tanto daño te han hecho.

Edad adulta
Y llegamos al momento de la vida en que es crucial darle gusto a los demás respondiendo de forma satisfactoria y creíble las preguntas que nos son sorrajadas en la cara en el momento más inesperado.  Veamos:
Se asiste con cierto temor al bautizo del hijo de tu prima Pita. Asiste a la fiesta el pesado de tu primo Fernando que siempre se ha destacado por llevar una vida recta, mesurada y basada en los más altos valores humanos y además, anda estrenando una novia que conoció en el coro de jóvenes apostólicos. La muchacha, con la vista baja, sonrojada y con voz tímida, avienta un "mucho gusto" a todas las personas ante las que desfila.


Satisfecho el morbo de la novedad, tu tía se dirige hacia ti. La ves caminar en cámara lenta; se esboza una pequeña mueca que quiere ser sonrisa; sus ojos se entrecierran, abate las pestañas y con una ingenuidad malsana te espeta sin pudor alguno: “Y tu ¿ya tienes novia? ¿Por qué no la trajiste? y ¿Para cuando mi'jito?” …esas preguntas son peores que las que se hizo Nietzsche en sus momentos más negros.

sábado, 29 de junio de 2013

Ad Litteram (A la letra)

Yo no sé por qué, pero las primeras letras siempre son muy dolorosas. He aquí, unos vagos recuerdos de cómo me embarqué en este mundo de páginas por leer. ¿Quién no se acuerda de los cuadernos Scribe de doble raya? Siempre que me acuerdo de ellos, lo hago no sin un poco de angustia. Y de la buena. “Saquen su cuaderno de doble raya” decía la maestra. Yo abría la tapa de aquél pupitre añoso mal pintado de un color indefinido y buscaba entre mis “útiles escolares” el dichoso cuadernito. Y ahí nos tienen, haciendo palito y bolita con esmero… planas y planas de palito, bolita. Luego, a juntarlos para formar esos signos desconocidos que representaban sonidos. La “S” nunca me salía bien y mucho menos la “F” así me las compararan con una foca o una serpiente. Yo fui de los millones de niños mexicanos que llevaron “El libro mágico” para aprender a leer y escribir. Frases clásicas como “La pipa de papá”, “Ese oso se asea” y la nunca olvidada “mi mamá me mima” son más clásicas que cualquier clásico literario. El papel traslúcido que servía para copiar tan profundas frases se llenaba de garabatos sin sentido y yo sufría y lloraba, al punto de que un día, como ya he platicado, declaré ceguera total a mi maestra de 3º de Kinder para no leer un párrafo del odiado libro. Pero hete aquí que ni en mis peores pesadillas infantiles pude imaginar lo que me deparaba el destino. Al entrar a primaria, apareció en mi vida un señor muy derechito, formal y de bombín –así me lo imaginaba– cuyo nombre todavía lo tengo grabado en mi memoria: Don Emilio Marín. Este señor, cuya vida desconozco pero imagino, se dio a la engorrosa tarea de escribir un libro que tituló “Gramática Española”. El mencionado libro contenía todos los saberes y entresijos para el correcto uso del idioma español. Imaginen a una pequeña niñita de largas trenzas, de 6 años y uniforme muy planchado, ingenua ella y muy sonriente que llegaba todos los días con la sensación de que las paredes del añoso colegio se le venían encima. Porque a primera hora y después de hacer fila para entrar al salón, comenzaba la tortura de Don Emilio. “Niñas –decía la maestra con fingida inocencia– saquen su libro de Español”. Punzada en el estómago. Sacaba el mencionado libro, que a continuación describo brevemente, para que no vivan agobiados por el resto de sus días, como yo. En primero lugar, Don Emilio era todo un caballero, yo creo que sus papás eran españoles refugiados y seguro él estudio en la Benemérita Normal para obtener el título de maestro. Así que todo su libro estaba escrito en 2ª persona del plural. Imaginen pues, la lección de los tiempos verbales en este tenor:
“¿Vos sabéis qué se entiende por tiempo verbal? No os preocupéis queridos niños, aquí os lo voy a decir” Y así todas las instrucciones, por lo que no me quedaba claro si estaba leyendo un cuento de hadas o un documento de la época de María Canica. Los textos para definir cualquier elemento de la oración, eran como para suicidarse. Por ejemplo, veamos la definición de adjetivo indefinido:
“ Los adjetivos indefinidos limitan la significación del sustantivo de un modo vago o general”; o ésta, que es una joya: “Accidentes gramaticales son las alteraciones que experimentan las palabras en sus desinencias”. ¡Seis años, por Dios! Digo, agradezco a mis maestras la confianza de pensar que yo sabía que era desinencia a tan tierna edad, pero se pasan. Especial merecimiento es otorgado a los ejemplos y ejercicios que Don Emilio pensó con dedicación y esmero, usando todos sus conocimientos de pedagogo experimentado. Veamos algunos párrafos.

EJERCICIO DE APLICACIÓN. Entresacar los sustantivos e indicar su género y número: ¡Loor te sea dado, oh valerosa y magnánima mano, escogida por el cielo para descubrir el nuevo mundo y unir, con eterno vínculo, dos hemisferios, antes tan desconocidos como separados! O estos ejercicios de reflexión: Un buen consejo: se ha cometido una falta en clase. El maestro va a castigar a todos si el culpable no se da a conocer. Sois varios en saber quién es el culpable, escribidle para aconsejarle que confiese su falta. ¡Madre pura! O este: Explicad el proverbio siguiente: Se ha de romper la cáscara para tener la almendra. A los seis años cumplidos ni Sócrates hubiera reflexionado tanto. Y luego las autoridades se quejan de que en México sus habitantes no leen.

domingo, 23 de junio de 2013

Las sentidas palabras


Las sentidas palabras, para aquellos que no sepan cómo nombrarlas, son aquellas que se dicen en un momento de inmensa felicidad o de profunda tristeza. Normalmente, el encargado de emitir semejante carga poética a los invitados al convite son: el padrino, el festejado, el compadre y –en caso de fallecimiento– el familiar o amigo más cercano al difunto.
Antes de ver algunos casos dignos de mención, diré que para que no lo agarren descuidado y escuche las palabras con algo de dignidad y sin soltar la carcajada, siempre debe estar usted preparado para que en cualquier convite, fiesta, banquete o ambigú alguien se arranque con las sentidas palabras:
Escena 1: Banquete de boda. Momento después de cenar y a punto de hacer el brindis. Se reclama la presencia del padrino, mejor amigo del novio y quien ignora que la novia está embarazada de seis meses.
“Mi querido Pepe Toño, hermosa Marielita: desde que tuve la fortuna de conocerte Pepe, te he acompañado en noches de parranda, hemos tratado de desentrañar los misterios femeninos y si alguien nos hubiera dicho que a las mujeres no había que entenderlas sino quererlas, nos hubiéramos ahorrado muchas desveladas y crudas. (Risas forzadas de la concurrencia). Me honra muchísimo ser quien prodigue las palabras de brindis por esta hermosa y traviesa parejita que hoy culmina el camino iniciado hace ya dos años, cuando se conocieron en el rancho aquel, en donde intercambiaron miradas de coquetería y buena voluntad. Ahora, después de muchos entredichos, dimes y diretes y la oposición del padre de Marielita, quien ha olvidado sus pasadas rencillas y ahora está muy de acuerdo con que estas dos almas unan sus fuerzas en un solo fin común, vemos culminado el amor de esta dichosa pareja. Tú, apuesto y gallardo caballero, tendrás la santa obligación de proteger y cuidar a esta prístina dama que ahora se te entrega por primera vez (toses, risitas y comentarios del apreciable. Marielita se sonroja) y que cuidará de ti con solícita abnegación de esposa. Estoy cierto de que en un futuro no muy lejano, su amor se verá coronado con la llegada de varios angelitos que serán la dicha de su hogar. (El papá de Marielita saca su pistola y baja al padrino del tapanco a golpes de fusca. Ordena a los músicos que toquen y estos se lanzan con un reguetón).
Escena 2: Son los XV años de Estefani Desiré, regordeta y alegre damita que ataviada con el clásico vestido inspirado en “La Bella y la Bestia” de Disney, ha logrado entrar en él a fuerza de apretones y resoplidos. Después de bailar el vals con su papá y un hip-hop con sus amigas, toma el micrófono el querido compadre y padrino de la criatura, que se encuentra un poco pasado de copas:

“ Querida Tiffany: Al cumplir tus quince años estas entrando a la etapa más bella de tu vida. A partir de este momento dejas atrás los años de la niñez para convertirte en la joven que será el orgullo de todos... Es también la ocasión para reflexionar y decirte que pronto encontrarás un destino para tu vida como mujer. Nunca permitas que tu vida sea como una página en blanco: llénala de amor, llénala de sensibilidad y de alegría. Quiero decirte querida ahijada que a partir de hoy verás la vida de otra manera y seguramente tendrás muchas confusiones, pero estoy seguro que saldrás adelante y serás completamente feliz. Cuídate de los malos hombres y las malas compañías porque estoy seguro que los habrá en tu vida, deseo ofrecerte siempre mi apoyo y mi consejo, porque yo quiero mucho a tu papá, que es mi carnal y tu mamá, ni se diga, es la luz que ilumina mi vida… esta vida que no vale la pena si ella no está… ¿A poco no se parece a mí la Tiffany? Si está retechula la condenada mocosa… ¡¡inche compadreeee, me la robaste canijooooo!!!! (Mientras bajan al compadre del estrado, a Estefani le regalan su última muñeca).

domingo, 26 de mayo de 2013

La falsa letra

“Con letras ya borradas por los años, y en un papel que el tiempo a carcomido […]”. Así comenzaban los versos de Juan de Dios Peza que mi madre recitaba cuando andaba de vena melancólica. Y bueno, ahora ya no se puede aplicar este referente, ya es imposible palpar una buena carta de amor escrita en tinta negra que según decires del poeta es la tinta que más refleja la amargura. Ahora, el asunto de escribir cartas es ese: ¿qué pongo como asunto? Hace poco recibí una carta. Yo creo que tenía como veinte años de no recibir una. La última que recibí no se cuál es, pero tuve la precaución de guardar muchas cartas acumuladas a lo largo de los años. Supongo que por romántica, por nostálgica, porque atesoro momentos y me acuerdo de ellos releyendo. Con unas me da risa, me acuerdo de mis años de primaria y secundaria, de lo babosas que éramos mis amigas y yo; de la emoción de llegar de la universidad y que mi mamá me dijera: “Te llegó una carta”. Bueno, el estómago se me revolvía ante la expectativa de ver de quién era, qué me decía. No me puedo quejar de mi acervo epistolario e incluso tengo una colección de cartas que pertenecen a épocas aun más lejanas que la mía, de años, de siglos pasados. Ahí es donde veo cómo ha cambiado el lenguaje, cómo nos dirigimos a los otros, sin el menor atisbo de buenos modales, de buena educación. Ahora hay que ser experto en hot line, en ridículos monitos para expresar nuestras emociones y las palabras poco a poco se sustituyen por memes o etiquetas de moda. Todo en aras de ahorrar tiempo. Hace poco puse a mis alumnos a escribir una carta y a enviarla por correo. Nomás por el gusto de hacerlos sentir esa sensación. Y fue maravilloso ya que yo también participé. Me llegó una carta larga, llena de anécdotas e incluso una broma incluida. La traje paseando como una semana y la releía en momentos de espera, cada vez que podía. Cuando lo platiqué, pocos o nadie hizo el menor comentario, me miran como si estuviera loca. Yo los compadezco, no saben lo que es leer cartas después de treinta años compuestas de letras ya borradas por los años.

viernes, 17 de mayo de 2013

Bésame mucho

  Ya me voy a volver más audaz en este blog porque ya se me anda acabando la imaginación para escribir, así que ahora los entretengo con las clases de besos. Aclaro que esta idea me la dio mi madre cuando estábamos platicando de besos indeseables. Así que con todo respeto para mi progenitora, me arranco.  

sábado, 4 de mayo de 2013

La dichosa lista

Ahora que tuve la oportunidad de probar de cerca qué se siente estar al final del túnel, que vi pasar mi vida ante mis ojos pegándome una aburrida de miedo y que soñé con mis abuelos, he decidido hacer la dichosa lista que hacen todos, de cosas que quiero hacer antes de morir. Perdonen ustedes si ofendo buenas consciencias, si maltrato sensibilidades y entenderé si me dejan de hablar, pero creo que experiencias pasadas además de mi provecta edad me autorizan a hacer lo que se me pegue la gana. No se preocupen, jamás he estado interesada en aventarme de un paracaídas ni tampoco quiero manejar un Mustang ’65, así que no los abrumaré con esas fruslerías. A continuación expongo los puntos más importantes en mi top de cosas por hacer: El primer lugar se lo llevan los reclamos: eso de que las personas que llegan a tu vida y te hacen pasarla mal son tus maestros me parece una soberana tontería, por no llamarla más fuerte. ¡Ay sí! Van por la vida tan campantes “enseñando” con sus sandeces, canalladas, traiciones y abandonos a cuanto ser vivo se les cruza en el camino. Eso es consuelo de tontos. No señor, yo reclamo mi derecho de réplica: decirles hasta de lo que se van a morir a esos “maestros” de pacotilla que lo único que enseñaron fue el lado oscuro de la fuerza. Como esto lo imagino haciéndolo en mi lecho de muerte, se van a tener que fletar mi discurso y vivirán con la culpa por el resto de sus días. No lo nieguen, les encantaría hacer esto. Ya con la conciencia tranquila, entonces sí ya me pongo a decirles lo que me causaría un placer enorme, sin menoscabo del punto anterior. Me encantaría hacer una pasarela de modelaje, que todos los fotógrafos estuvieran a mis pies tomando contrapicadas y que yo con mirada displicente e indiferente caminara con garbo mostrando un modelito de Karl Lagerfeld. Que al final se acercara mi buen Karl, me tomará de las manos y me dijera: “Rima, no sé cómo pude estar tan ciego. Eres mi estrella”. Me encantaría hospedarme en el Four Seasons de Nueva York, llegar vestida con un abrigo blanco, sombrero de medio pelo y lentes Prada. Por supuesto, un Yorkie en mi regazo y zapatos tipo stilettos color rojo fuego, mientras tras de mi van siguiéndome dos botones cargando mi múltiple equipaje protegido por Louis Vuitton. Que me llamara Cillian Murphy a mi habitación y me dijera: “Hola preciosa ¿Lista? Paso por ti a las seis de la tarde. Baño de burbujas, masaje, lenguas de canario para el almuerzo bañadas con un exquisito vinillo de Burdeos. 5:45 llamada a la puerta. El camarero me informa: “Mister Murphy le envía este paquete”. Lo abro con indiferencia, con la indiferencia que da el estar acostumbrada a estos trotes. Claro, paquetito azul “Acqua”. Otro brazalete. Bah. Cancelo mi cita. Finalmente una gran fantasía: ir al Festival de Música de Cartagena a escuchar a Jordi Savall tocar a Monteverdi, mientras bebo un vino tinto y veo a los ojos a mi amor. Nota aclaratoria: para la elaboración de esta nota tuve que consultar no menos de 15 sitios diferentes porque es evidente que yo no sé nada de estas cosas. Nomás se que existen en un universo paralelo.

martes, 30 de abril de 2013

Ni hablar… traes puñal. Segunda parte

Continúo con la candente crónica que me ocupa. Una vez que superé la náusea, el vómito, el estrabismo y el retortijón, pasé a la inseguridad de mi cuarto en donde se desplegó un ejercito de enfermeras las cuales, puedo afirmar sin temor a equivocarme, ahora son entrenadas por alguna empresa de esas de coaching o de perdida por los chavos del Starbucks. Me explico. Llega la primera enfermera y escucho a la lejanía entre los vapores y nebulosas de la anestesia: –“Buenas tardes, mi nombre es Edelmira y estaré a sus ordenes para lo que se le ofrezca. En esta ocasión pondré en su suero un cocktail de analgésico y antiácido para que se sienta mejor. Tomaré una muestra de sangre y en un momento más mi compañera le tomará la orden para un electrocardiograma. ¿Está cómoda? ¿Necesita algo?”– No tuve más remedio que pedir un capuchino Venti. A los diez minutos llega otra señorita con un aparatito indescriptible que constaba de una tripa y una bolita –maldita bolita– y que sirve para hacer ejercicios de pulmón. Una vez hube dejado el pulmón embarrado en la tripa esa, una enfermera me preguntó: –“¿Cómo se siente? ¿Está cómoda?–”. –“Pues siento náusea señorita”–. –“Ah, muy bien. ¿Alguna otra cosa que se le ofrezca?”. En fin, unas joyas todas ellas. Llegó otra, que era como la jefa de jefas y me informó sobre la correcta manera de lavarme las manos con el gel antibacterial, estoy segura que fue aeromoza en otra vida: –“Toma el gel y frota fuertemente las manos. (Todo esto explicado de bulto) Forma un puño y frota el centro de la palma para que las uñas sean desinfectadas, gira la muñeca repetidas veces sobre su eje y posterior a esto procede a…” Me perdí en “toma el gel”. Luego nos informó que todo lo que había en la habitación era de nosotros excepto la cama, el aire acondicionado y la televisión. Me emocioné terriblemente e inmediatamente grité a voz en cuello: “¡Tráiganme el cómodo!” Quería saber qué se siente, pues. Mi madre saca un frasco lleno de un líquido sanguinoso y lleno de piedras. Todo esto es lo que traías adentro, me dice. Inmediatamente y como buena diseñadora pensé cómo darle buen uso a ese material. Se me ocurrieron varias ideas: un jardín Zen con su rastrillito y palita; un arenero para tortugas; un rosario para mis frecuentes momentos piadosos o ya en el colmo de la creatividad, las puedo pintar de colores y hacer un paisaje marino para el baño. He aquí la crónica de una operación, me despido porque ahora tengo que ir a cumplir con la manda que prometió mi madre si todo salía bien.

lunes, 29 de abril de 2013

Ni hablar… traes puñal.

Pues resulta que me puse mala de la panza y miren que la tengo de alambique como vulgarmente se dice. Y pues ante tal panorama me vi obligada a ir al doctor que se dedica a ver tan bajos y escatológicos menesteres y pues me dijo que del cuchillo no me salvaba. Ni hablar, bajé la cabeza y asentí resignada. Como yo nunca había pasado por semejante experiencia, todo era novedad, no se me quita el espíritu investigativo y etnográfico de la vida, así que me propuse observarlo todo desde mi lecho de agonía. Hete aquí la reseña de tan sangrienta hazaña: Para comenzar diré que en un hospital lo hacen ser enfermo a la fuerza: yo llegué rete campante a emergencias y después de tomarme mis datos fiscales, legales y morales el primer paso para ser declarado enfermo es colocarle a uno la pulserita de identificación. Te toman la presión y sigue un interrogatorio que haría las delicias de la Gestapo. Cuando dije que fumaba, se detuvo el tiempo, los galenos se vieron a los ojos preocupados: durante toda mi estancia en el nosocomio, este fue comentario de pasillo, chisme de enfermeras y escándalo para propios y extraños. Todavía trabajo el sentimiento de culpa. Me enchufaron una aguja con suero para aliviar los retortijones y luego vino lo peor: la batita infamante. Describo este vergonzante ropaje que pudiera ser catalogado como el Sambenito de nuestros tiempos: de un blanco percudido, los estampados en ellos son variables. Te piden que te quites TODA LA ROPA y que te pongas el dichoso baticón a manera de babero. En la parte posterior tiene unas tiritas de tela que se supone sirvan para detener la batita, pero que sirven para evidenciar de manera más efectiva el trasero del portador. He de aclarar que mis referentes históricos de hospitales solo se encuentran en las novelas de televisa, por lo que yo me imaginaba que iba a estar perfectamente maquillada, enjoyada y con peinado a la última, la sábana muy restiradita y yo esperando a que llegaran todos mis galanes pasados y presentes a rendirme pleitesía o pedirme perdón, según fuera el caso, mientras yo, magnánima y tosiendo ligeramente de vez en cuando, los perdonaba y les reiteraba las seguridades de mi distinguida consideración. Lamento informarles que nada más alejado de la realidad. A la batita vergonzante se le sumaron unas medias de mediana compresión para la flebitis y un chongo desgreñado que completó el cuadro. Esta es la verdadera prueba de fuego para el amor, no la otra. Después de marcarme la panza con un plumón de gel, fui llevada a la sala de radiología para los estudios pertinentes. Salieron las piedras de la vesícula, pero el radiólogo me informó que mi páncreas es hermoso y que nunca había visto riñones tan lindos como los míos. No pude evitar ruborizarme ya que es la primera vez que me chulean las entrañas. Capítulo aparte merece el guapísimo doctor que me tocó en suerte, lástima que comenzamos mal la relación hablando de obras y evacuaciones, tema nada romántico para cuando una desea quedar bien. Total que me metieron cuchillo, ni cuenta de di y cuando acordé estaba en la sala de recuperación en compañía de otros tres que habían pasado por las armas como yo. Me despertó el clásico sonido de la máquina que indica los signos vitales, esa que en las novelas hace pip, pip, pip de manera uniforme cuando todo marcha bien. El problema fue que comencé a escuchar una secuencia de pips por demás inquietante: pip, pip, pip…..pipipipipipipipipipipipipi…. piiiiiiiiiiiii (silencio) y luego nuevamente pip, pip, pip. Yo boqueaba y casi me da estrabismo tratando de ver si la maquinita estaba conectada a la que esto escribe, pero no, malvadamente, respiré tranquila, era de la señora de la cama de enfrente. Una enfermera pasó y distraídamente le dio un golpe fuerte y seguro al artefacto que volvió a su estado original: pip, pip, pip… (Esta historia continuará)