Hace poco salí “fueras” como dicen en mi tierra. Una de las cosas que más disfruto es ir viendo lo verde del camino… se encuentra uno cada letrero que a veces me pregunto incrédula si de verdad lo dicen en serio. Cuando cruzas la frontera entre un estado a otro de la república, casi siempre hay un letrerote que contiene una leyenda del calibre de “BIENVENIDOS A LA TIERRA DE LA GENTE BUENA”, entonces pienso: “y yo… que de dónde amigo vengo ¿de la tierra de la gente mala?” o “LUGAR DE GENTE HONRADA Y TRABAJADORA”. ¿Ellos se calificarán? Casi siempre, el letrero va acompañado de la frase “Aquí el peatón es primero”, lo cual afirmo, con conocimiento de causa, es una mentira vil…Nomás bájense del auto y verán... Una de las cosas que observé durante el trayecto fueron los nombres de las comunidades, algunos realmente ingeniosos: “Soledad de Abajo”, “Palo Alto”, “San José de las Ordeñas”, “Maravillas”, “Nube Alta”, “Encinillas”, “Pozo Seco”, “Las guapas” y así por el estilo. Lo que si me parece una mentada de progenitora fue la señalización de las carreteras… bueno, la que existe, porque en general, no hay. Ibamos como flechas transitando por uno de esos puentes que te hacen dar una machincuepa para agarrar otro camino y observo en el punto más alto de la mencionada construcción un letrero que dice “Paso escolar”, observo que en ambos lados se encuentra un talúd de por lo menos 45 grados de inclinación protegido por una barra de contensión ¿Por dónde pasaran estas inocentes criaturas? me pregunto… Seguimos por un camino aledaño, obligados por un Federal que nos desvió porque “hay carrera” y que amablemente nos instruye para regresar a la carretera: “pase tres comunidades, a la cuarta dé vuelta a la izquierda y agarre derecho”. Suena fácil, pero en el trayecto encontramos 8,654 comunidades entre caseríos, risueños pueblecillos, agónicas casuchas de palma y una casaiglesiacanchaescuela que no sabemos si cuenta como “comunidad” en el mapa… Vemos a un grupo de damiselas encantadores vestidas de domingo cacaraceando alrededor de un puesto de yuquis*. Les preguntamos que como se llega a “X”: las nativas se voltean a ver, se rien como zonzas y nos dicen que no saben, que les preguntemos a los señores, los cuales a su vez, se encuentran acuartelados afuera de la única tienda de las inmediaciones, echándo chela y viéndo pasar la vida con la mirada perdida, debajo de un pirul. Preguntamos al menos maltratado y nos responde entre nubes de alcohol y mirada vidriosa: “Mire joven, agarra por donde empieza el ocaso, y se sigue derecho, cuando llegue a una huizachera, ahí mero da vuelta a la izquierda y se sigue hasta topar”. Agradecemos al GPS campirano y nos vemos unos a otros para ver si alguien entendió dada nuestra condición de citadinos, preguntándonos por dónde fregados empieza el ocaso y apelando a nuestros conocimientos botánicos para que no se nos pase la huizachera. Les comento a mis compañeros, con un dejo de resignación: “No se apuren, nomás seguimos la querencia como los burros y segurito llegamos”. Me voltean a ver con mirada asesina. Seguimos el trayecto. Pasamos por un poblado y yo sigo con mis observaciones antropológicas, esta vez, los nombres de los comercios: Cenaduría “El mil amores”; Mueblería “Eros… tenemos la cama ideal”; BARños “Los Tocadores… Se admiten damas y niños acompañados de un adulto”; Mariachi “La espuela de oro”; “El Moquete” cantina, y uno que desde lejos promete con unas letrotas: “La Guarida” Agua Caliente, ambiente familiar. Pregúnte por nuestras tarifas.
Seguimos nuestro trayecto, viendo de cuando en cuando unas casas al más puro estilo “Country”. “Lomas de Amapolas” y “Flowers Ranch” son los nombres que ostentan orgullosas las entrada de las fincas… ignoro quién pueda ser el propietario. “El güero” nombre muy socorrido para las vulcanizadoras y “Doña Lucha” para los restaurantes. Pero cuando veo la refaccionaria “La última frontera” entonces sí me empiezo a sentir algo incómoda. Pregunto si traemos gasolina. Silencio sepulcral. Mi reino por un mapa que diga “Usted está aquí”. ¿Alguien trae una rosa de los vientos, sextante, brújula o de perdido se sabe las constelaciones? Porque aquí en México señores, para transitar por caminos y carreteras, tiene uno que consignar en su bagaje cultural los conocimientos de Americo Vespucio, mínimo.
*Nota: los yuquis son un dulce helado hecho a base de hielo raspado cubierto de sirope de sabores elaborado con azúcar y tamarindo, chamoy, limón, guayaba o cualquier otra fruta de temporada.
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