martes, 29 de junio de 2010

Sentimientos de la nación

Hace poco recibí una cadenita en mi correo electrónico. Decía más o menos así: “Eres una amiga increíble, lo mejor que me ha pasado: leal, siempre estás cuando te necesito… etcétera.” Continuaba el meloso recado: “Mándalo a doce de tus amigas más queridas y pídeles que te lo reenvíen para comprobar que en verdad son tus amigas”. Por supuesto, se me revolvió el estómago. No sé que es peor, si esto o las cadenas de San Expedito Bendito. Entré en estado de “shock”: “ Si se lo mando de retache, va contra uno de mis principios cibernéticos: 1. No reenviarás cadenas a tu prójimo por muy mal que te caiga. Si no se lo mando, va a creer que ya no la quiero….” Hasta que me puse a reflexionar: “bueno pues que piense lo que quiera, total, no creo que se sienta…. Es una persona madura y no creo que dude de nuestra amistad sincera y desinteresada”. Pues no. La amiga en cuestión me ha mandado un correo de miedo reclamándome que por qué no le había reenviado el dichoso correo, que ella me había “seleccionado” de entre sus seis mil contactos; que le había costado mucho hacer esa selección, bla, bla, bla… Las personas “sentidas” son una de las plagas más dañinas; peor que los cuatro jinetes del Apocalipsis. Si se te olvida su cumpleaños, arde Troya y en venganza, ellas no te llaman en el tuyo; si se te ocurre hacer guayabate con el fruto del único árbol de tu raquítico jardín estás obligada a guardarle un trozo a la comadre, a la amiga, a la amiga de la amiga, a tus hijos y por lo menos a tres tías en línea directa: “¿Este año no hiciste guayabate?” –te preguntan con cola- “Si tía, ¿Por qué?” –contesta una, ingenuamente- “¿Y no me guardaste tantito? Como cada año me das, pues pensé….” –te contesta con cara de puchero y lagrimita en el ojo- “¡En la m….!” – piensa una, y ahora ¿qué le contesto? Se me va a sentir….” Se te va a sintió, porque incluso esas malévolas personas SABEN PERFECTAMENTE que ya repartiste toda la cosecha y no las tomaste en cuenta. ¿Qué me dicen los caballeros de las novias “sentidas”?: “Lo que pasa es que tú ya no me quieres. No significo nada para ti. ¡Ah! Pero eso sí, verdad, cuando te hablan tus amigotes, coooorreees….” Para mi gusto, formas de control demasiado obvias y baratas que lo único que logran es que el susodicho efectivamente, corra con sus amigos… Si yo consintiera en incrementar estos “sentimientos de la nación” me la pasaría visitando hospitales, funerarias, haciendo pasteles y reuniones; hubiera tenido que hacer tres fiestas de boda para todos aquellos que me reclamaron porque “no me invitaste a tu fiesta”; mi presupuesto quincenal apenas y alcanzaría para comprar todos los regalitos para homenajear a cumpleañeros, bautizados, primocomulgantes y presentados al templo… No señor, no se le puede dar gusto a toda la concurrencia que se incluye en nuestras vidas por causalidades de la vida. Así que si no les mando la cadena de retache, no duden de mi cariño; si me ven por la calle y no los saludo, seguro andaba pensando en la inmortalidad del cangrejo; si no escribo bien en el “messenger” y omito la coma que cambiará el sentido de la frase, han de disculpar; si no les hablo en su cumpleaños, seguro andaba resolviendo cómo pagar la renta; si escribo verdades en este blog y ofendo sus buenas conciencias, ofrezco disculpas. Y de pasada les aviso que los ates los doy a $25.00 la pieza.

jueves, 24 de junio de 2010

En la cola del diablo

Muchas veces me ha pasado que de repente, no sé ni cómo ni cuándo, bueno, ni a qué hora llegué al lugar en donde estoy. No me refiero precisamente a la vida. Me explico: Decido ir al super, me encuentras con una amiga que hace mucho no veías, me invita a comer, acepto emocionada y me dice: - “Nomás vamos a entregar un paquete anca mi tía y vamos”-. Malo. De repente, me encuentras con que la tía vive en la punta de la cola del diablo, tomando un camino de terracería que me aleja cada vez más de la metrópoli y cuando acuerdo, la mujer echando chisme familiar, yo aburrida, perdiendo soberanamente el tiempo y sin poder regresar porque me fuiste en su coche… ¿Qué estoy haciendo aquí? Esa pregunta me la he he hecho infinidad de veces. Una vez tuve la peregrina idea de ir a pasear en un yatecito de esos que contratas con otros dos mil turistas dizque para pasar un día de locura y diversión. La cita: ocho de la mañana. Y Ahí voy, en traje de baño con pareo, bolsa tejida a mano, pamela, lente oscuro y chancla de hule. Absolutamente “fashion”. Subí a la barcaza con la dignidad de una diva y comenzó la “diversión”. De entrada me zumbé como tres tequilas “Sunrise” bajo los acordes de “El Venao” melodía emanada de un aparatejo que sí andaba levantando más o menos unos 175 decibéles de potencia… Una vez que nos atarugaron con bebida y música, nos hicieron bajar en medio del mar a darle de comer pedazos de papaya a unos pececillos muy simpáticos, pero que al rato ya me andaban comiendo los dedos gordos de los pies… No acabó ahí la cosa. Arribamos a una isla habitada por comerciantes que bajo la sombra de las palapas vendían pescado sarandeado y bolsitas con charales enchilados. El guía nos indicó que ibamos a conocer unas cascadas de ensueño. Caminamos un trecho y llegamos a un lugar en donde se encontraban estacionados unos burros famélicos y con cara de resignación. El guía nos pidió que escogieramos a nuestro burro porque comenzaría la travesía al soñado paraíso. Trepé al pollino con extrema precaución, cuidando que mi “look” playero no se dehiciera al compás del trotecillo del animal. Entramos en terreno pantanoso: lodo resbaladizo y pegajoso rodeaba a los alegres turistas entre escarpadas rocas y pendientes de 45°. No exagero, así era la cosa. Los burros marchaban en vez de trotar -yo ya había perdido la pamela, las gafas las traía colgando de una oreja y el pareo se me enredó a manera de babero-. Llegamos a la cascada de ensueño, que por supuesto, era un hilillo de agua porque no había llovido. Ahí fue donde me hice LA PREGUNTA. No platico el regreso para no aburrirlos pero lo mismo me pasó cuando estaba agarrada como gato de las cuerdas de un puente colgante en Xico, Veracruz mientras unos chiquillos brincaban como locos encima de él; en una lancha cruzando los rápidos de un río huasteco y en el interior de una casa de campaña que resumaba sudor por estar a 42° C grados a la sombra en un rancho de Tampico… ahí si de plano, lloré.

lunes, 21 de junio de 2010

viernes, 18 de junio de 2010

De Calendarios y tormentos...

Para quien no lo conozca, el "Calendario del más Antiguo Galván" es un librillo del tamaño de un cuarto de hoja carta, encuadernado en rústica – portada en cartoncillo de colores e interiores en papel de revolución, grapado por un lado- que , como dice la leyenda interior: “…[fue]fundado el año de 1826 y publicado desde entonces sin interrupción con las debidas licencias”. El ejemplar que yo tengo data del año 1981. El librillo tenía absolutas tendencias religiosas, ya que el contenido de tan piadoso ejemplar para ser un calendario brincaba de temas como todas las fechas para la obtención de indulgencias y jubileo, el santoral diario, las fiestas de precepto en la República Mexicana y las fiestas movibles; las lecturas bíblicas dominicales, la Exposición circular de las 40 horas –ignoro qué es esto último, pero me suena a alguna procesión santísima- y el índice alfabético de los santos. Entre los datos “profanos” podemos consultar en él el horario oficial y los fenómenos astronómicos que ocurrirán durante el año: los eclipses, fases de la luna, inicio de estaciones, conjunciones y aproximaciones de los astros más importantes, acompañados de interesantes comentarios que facilitan su observación…

Y ustedes se preguntarán: -¿Por qué Rima nos habla de este librillo extraído de otro siglo? A lo que yo contesto: el morbo ni más ni menos. Me explico. Resulta que mi abuela materna tenía la santa costumbre de leernos o platicarnos unas historias de santos que harían temblar de miedo al mismísimo Freddy Krueger… -“Rimita –decía mi abue- ven que te cuento uno historia piadosa”- Y ahí voy, temerosa pero siempre con la idea de aprender de aquellos santos varones y vírgenes mártires, ejemplos de vida. Luego, como me quedaba picada sobre el tema, me remitía al Calendario de Galván para completar mi educación: “Era muy común el tormento del Ecúleo, el cual era un instrumento de madera, a manera de caballete, para estirar y descoyuntar al mártir… los apaleaban y azotaban con plomadas de hierro los malvados verdugos, que despedazaban los cuerpos de los Santos Mártires, con tanta perseverancia y crueldad que muchas veces quedaban más cansados que los mismos mártires de ser heridos, por la fortaleza que les daba el Señor.” Yo leía semejante lectura educativa pelando chicos ojotes, mientras proseguía: -“Los tiranos contaban con muchos instrumentos para rasgar y despedazar las carnes, con uñas de hierro aceradas, a manera de tenazas, con las que surcaban la carne y sacaban pedazos de ella… también contaban con peines de hierro y garfios con los que arrastraban los cuerpos de los santos inocentes…”. El relato daba cuenta de peroles de plomo hirviendo en donde asaban a los caballeros y doncellas a fuego lento porque osaban defender a Cristo; el librillo describía con lujo de detalles todas las formas de crucifixión posibles: pesas, tenedores, ruedas, ganzúas y demás lindezas para atormentar las carnes y doblegar el alma. Ahora me explico por qué no me gustan las películas de miedo: ya me sé todos los tormentos posibles, para mí, son películas “predecibles”, como dicen los conocedores.

Si quieren conocer el calendario, les pongo el vínculo: Calendario del más antiguo Galván


viernes, 11 de junio de 2010

¿Por qué te nos fuiste Manuelito? Usos y costumbres repugnantes…

Advertencia: para aquellos lectores sensibles a las asquerosidades y bajezas del cuerpo humano, advierto que esta nota tiene contenidos que podrían ofender dicha sensibilidad. Hecha la aclaración, no respondo chipote con sangre…

Entre los libros con que cuenta mi familia en sus doctos libreros, se encuentra el nunca bien ponderado “Manual de Carreño” cuyo verdadero título es: "Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre", cuya autoría es de Don Manuel Carreño, educadísimo caballero decimonónico. El mencionado libro cuenta con una relación exhaustiva

En ésta ocasión hablaré no sin un dejo de nostalgia, sobre los usos y costumbres socialmente rechazados, pero que la gente sin boleto sigue haciendo de la manera más descarada posible. A continuación, la consabida lista:

  1. Sacarse los mocos en público y no contentos con esta repugnante acción, hacer “pildoritas” con las sustancias emanadas de sus narices; o peor, hay quien se los come…
  2. Emanaciones flatulentas en público, en cualquiera de sus modalidades: susurro, motor fuera de borda, silencioso y metralleta;
  3. Escupir por la ventanilla del coche a toda velocidad. Casi siempre, el afectado es el que va en el asiento posterior de la unidad móvil;
  4. Eructo acompañado de un rugido salido de las entrañas, similar a un rugido selvático;
  5. Carraspear desde lo más recóndito del ser, para después escupir sustancias verdes y sanguinolentas en el pavimento;
  6. Sacarse el calzón, pensando que nadie lo ve a uno;
  7. Apretarse un “barro” de esos que ya están “maduritos” hasta sacarse el “mole”. Una variación es la mujer que gusta de espulgar el rostro amado para ejecutar dicha acción;
  8. Estornudar sin pañuelo;
  9. Limpiarse la nariz después de la acción anterior, con los dedos;
  10. O sonarse con un pañuelo para después proceder a examinar el resultado obtenido;
  11. Llenarse la boca de alimento en exceso y hablar al mismo tiempo de manera que fracciones del bolo alimenticio ya procesado salgan despedidos por el orificio bucal;
  12. Meterse los dedos a la boca para sacarse una hebra de carne que se encajó entre los dientes o peor aún, después de haberle entrado al pan dulce con chocolate, introducir la mano hasta el fondo para sacar los fragmentos de masa escondidos entre las encías y las hileras dentales;
  13. Sorber la sopa con fruición;
  14. Rascarse continuamente la cabeza y otras partes del cuerpo;
  15. Meterse un dedo a la oreja y moverla furiosamente para rascarse.

Estoy segura que a estas alturas, ya algunos han cerrado mi blog. Los que lograron llegar hasta aquí recibirán de mi parte como compensación, algunos consejillos extraídos del libro de Don Manuel, para que las puedan compartir con personas que cometen estas barbaridades:

“Rascarse la cabeza al hablar o cuando se está con otro sin hablar, es muy indecoroso e indigno de una persona bien nacida: es al mismo tiempo efecto de grave negligencia y desaseo, ya que ordinariamente es consecuencia de no haber puesto bastante cuidado en peinarse y tener la cabeza limpia”.

“La modestia y la honestidad exigen que no se deje acumular mucha suciedad en las orejas; convendrá, pues, limpiarlas de cuando en cuando con un instrumento adecuado, llamado por eso mondaoídos. Es muy descortés servirse para ello de los dedos o de un alfiler; hacerlo en presencia de otras personas es contrario al respeto que se les debe; este mismo respeto se debe a los lugares sagrados”.

“Evítese servirse de las uñas o de los dedos, o de un cuchillo para limpiarse los dientes: está bien visto hacerlo con un instrumento a propósito, llamado mondadientes, o con un fragmento de pluma cortado al efecto, o con un paño grueso”.

“Se considera muy grosero hurgar continuamente las narices con el dedo, y mucho más el meter en la boca lo que se ha sacado de las narices, o incluso el dedo que se metió en ellas: este proceder es capaz de dar náuseas a los que lo presencian”.

Me pregunto que diría Don Manuel de personas que escriben en sus blogs este tipo de calamidades.

Si ustedes no cuentan con un ejemplar del “Manual de Carreño”, aquí les pongo este enlace:

http://www.protocolo.org/familiar/virtudes_modales_y_educacion/el_manual_de_carreno.html

lunes, 7 de junio de 2010

Contando borreguitos

Vivir la vida hoy con dignidad es sumamente complejo. Me deprime medir 1.57 de estatura, tener más curvas que líneas rectas y que no me dé la gana ir al gimnasio ni llevar una dieta rica en potasio; saber que en la cochera de mi depa no me está esperando la camioneta 4x4 que siempre he querido. No tener la más remota idea de qué trató el último capítulo de “Lost” y tener que soplarme las novecientas veintisiete pláticas al respecto con cara de “what”; mi inglés me deprime más que la profusión de curvas y sí, me la paso “guachaguayando” las canciones en inglés ochenteras, porque lo que es que de grupos actuales estoy en la olla. Me exaspera tener que comprar siete marcas de shampoo para “reavivar rizos”, obtener “liso extremo” y salir peinada con onditas al frente y ralo por atrás, porque “así se usa”. No he ido a ver “Iron Man 2” ni “Furia de Titanes”. Dejé de ver cine de “arte” porque la mayoría de las películas son oscuras, depresivas y dirigidas por directores de nombres impronunciables y en vez de disfrutarlas, las sufro. Intuyo que necesito un iPhone, un iPad o de perdida un “Blue Berry”, lo intuyo, pero no sé como para qué siendo que yo uso mi celular para llamar y mandar mensajitos. Y estoy de luto porque el nuevo modelo no tiene lamparita. No he leído todo Gabo García Márquez, y me molesta la literatura de Saramago –pésele a quien le pese-. No uso ropa “animal print” ni ando por la vida causando lástimas a mis tobillos con los zapatos de plataforma “glam” cuyo tacón mide lo mismo que mis piernas… Ignoro cómo se describe el sabor de un vino tinto y no entiendo qué quieren decir con: “tiene un cuerpo robusto, juguetón, con ciertos tonos frutales, seco y de buena persistencia, además de que hace excelente maridaje con las carnes rojas y la salsas espesas”… si con que me sepa rico, tengo. Ya no le puedo abrir el seguro del carro a mi acompañante por dentro porque los automóviles se abren solos y me cuesta trabajo localizar cómo bajar la ventanilla de los coches eléctricos. Tengo que saber de ópera, de música clásica pero también dominar la guacharaca y el pasito tun tun… Se me exige tomar tres litros de agua diarios, frutas y verduras, dejar de fumar, comer menos chocolates y consumir productos “light”. Tengo que dominar 35 aplicaciones en la computadora: saber “bajar” música, “subir” archivos, “blogear” sitios, dominar el lenguaje “emoticón” y pertenecer a 15 redes sociales… Tengo que saber poco de todo y mucho de poco… y eso me tiene frita… ¿Tengo que…? Agradar a los demás, saber de qué hablan, qué compran, soplarme tips, indicaciones de qué ponerme, qué ver, qué comer, cómo hacerle para… Si tienen una columna que les sobre entre sus tiliches, se las compro, que hoy ando con ánimos de treparme y a ver quién me baja….