viernes, 31 de octubre de 2008

Sobre ruedas...

Las ruedas nunca fueron mi fuerte... mi hermana, esa si que era un as de la velocidad, dominaba el patín de diablo, los patines de metal de cuatro rueditas -después tuvo los de botita-y la bicicleta, que daba gusto. Pues yo de plano, no. Aprendí a andar en bici por circunstancias hasta ahora misteriosas para mí, y seguro no lo aprendí bien, porque ya se me olvidó. tenía mi papá su bicicleta de niño, modelo lechero de rancho. Era una bici chiquita, roja y con un asiento de lo más incómodo, pero lo que me gustaba era que yo podía tener los pies en la tierra cuando quería, así que me paseaba con ella, trepada y sin subir los pies a los pedales... No tengo fija la imagen de mi papá deteniendome la bici y diciendo ¡vamos, hija, tu puedes! No, yo me arrastraba de manera vergonzante por toda la cuadra y veía pasar como zumbido a mis compañeros de juegos. Pues un buen día, me animé y ¡Zas! que me equilibro y que le doy al pedal... La sensación de velocidad fue indescriptible, el vértigo sólo comparable con el primer beso chicloso que me dio el chico que me gustaba... Mi papá le compró a mi tía Teresa dos bicicletas "Vagabundo", marca gallo en Navidad. Eran los fabulosos 70´s. Me acuerdo que duramos todo el dia pedaleando mi hermana y yo. Andabamos por las calles de San Luis Potosí, como si nada, no había peligros terribles y le dabamos toda la vuelta a la ciudad conocida... Con esa bici, pasé frente a la casa del chico del chicle cuantas veces me dio la gana, porque ya tenía pretexto, me sentía segura porque no andaba agachada, como en las bicis de carreras; tenía un respaldo y los frenos en los pedales, tiritas de plástico en los manubrios. Todavía la extraño, si alguien sabe de ella, favor de proporcionar información, casi puede decir que fue mi Unicornio Azul...

Traumitas, Lili Ledy

La marca de moda para juguetes infantiles en mi infancia era Lili Ledy. Tenían toooodoooo lo que una niña podía anhelar para cumplir con los sueños infantiles: mini hornito -que hacía unos pasteles horrorosos horneándolos con un foco de 120 watts; fábrica de helados y raspados; la ya conocida "Lagrimitas", a quien un depósito de agua le provocaba unos lagrimones de miedo; Tití, la mamá, que mecía a una muñequita más pequeña en sus brazos -ésta era la que todo mundo quería-; una que era verdaderamente monstruosa, la "Caritas", que al moverle un brazo provocaba movimientos quasi musculares en la cara -cuando se descomponía, le quedaba un rictus digno de película de miedo-, los llamados "frijolitos" o "baby beans" que eran unos muñecos rellenos de bolitas de unicel, bastante maleables y muy lindos... Ahora, buscando en la red, me doy cuenta de que casi no aparecen imágenes de estos juguetes para niña, Star Wars es el juguete que predomina... seguro los niños también se acordarán de la pista Scalextric y los castillos Exin; los que tenemos poquillo más de cuarenta nos acordamos con nostalgia de las frustrantes navidades en donde lo que nos llegaba era ropa y dulces... ¡bendita inociencia!

La mano que mece la cuna

Cuando era pequeñuela, teníamos a una señorita de servicio que se llama Concha -todavía anda por ahí, pero seguro no me quiere ni ver-. Concha era bonachona, simpática y nos quería mucho a mis hermanos y a mí; nos cuidó con dedicación durante cuatro o cinco años. Bueno pues Concha se casó y tuvo una nena, la cual le llevó a enseñar a mi mamá. Recién había pasado la navidad, a mi me habían regalado una cunita para muñecas ¡con todo y velito!, recuerdo que era amarilla y se bamboleaba al compás de mi tipluda voz. Pues llega Concha con su vástaga y yo le digo ¡Préstamela! Corro rauda y veloz y deposito a la criatura en la dichosa cunita... La niña dio dos giros y cayó al suelo soltando el chillido de ley... de más está decir que me sentí culpable, miedosa de cargar un chiquillo por el resto de mi vida y que Concha tardó 12 años en volver a visitar a mi mamá, ya cuando sus hijos podían defenderse solos de mis negras intenciones... nunca volvía depositar a un bebé en su cuna...

Pebbles

Seguimos con la catarsis de la vida infantil. Como dije, era la primogénita y durante dos años mi mamá hizo lo que quiso conmigo. Como le gusta coser, pues discurrió que ahora era tiempo de disfrazar a la niña. Y me confeccionó un vestido linea "A" con estampado jaguar -creo que ahora se llama algo así como "animal print"-. Pues el vestidin le quedó hermoso, pero para ponerle la cereza al pastel, limpió un hueso de pollo, me hizo una fuente en el cabello y me puso el vestidito. Luego procedió a una sesión de fotos en todas las poses imaginables...para un bebé, por supuesto. En una de ellas usando la ya tradicional técnica del dulce quita-pon. Quedé hecha una verdadera Pebbles. Creo que por esta razón, es que no soporto la moda jaguar, seguro es eso...

martes, 28 de octubre de 2008

Llora, llora y mueve sus manitas

Esta foto que puse aquí me recordó que mi madre tiene mente retorcida. Como era fanática de la fotografía y yo la primogénita, utilizó la misma técnica que Jill Greenberg, fotografa acusada de abuso infantil por darles caramelos a los niños y luego quitárselos para que chillaran, y ya en un grito ¡Click! la foto del recuerdo. Pues lo mismo hacía mi madre... Y luego dicen que por qué uno es así... Hago la aclaración de que esto lo escribo con su consentimiento y que además ella me dijo que la historia siempre se repite. La verdad, pienso que ella es una persona muy especial, una madre muy sui generis, y por eso me cae bien...

Me voy de casa

A petición de mi mamá y mi hermana, les cuento que cuando tenía cuatro añitos me fui de la casa. ¿Qué tan lejos llegué? más o menos media cuadra de distancia, hice un hatillo con mis pertenencias más valiosas -a los cuatro años ya se sabe que para irse de casa hay que llevar itacate, si no, no tiene chiste- las cuales no recuerdo cuáles eran, pero seguro alguna muñequilla y no más. ¿Qué injusticia ejecutada por mi familia se llevó a cabo para que mi mentezuela infantil decidiera dar el gran paso? Lo cierto es que mi mamá me dejó en la banqueta buena parte de la mañana, y claro como una tiene su orgullo pues no cedía, hasta que fue por mí y me llevó adentro, seguro me dio una nalgada, porque antes así se manejeaban las cosas, una nalgada puede hacer milagros en los chiquillos y chiquillas caprichosas. Y claro que yo tenía un genio de la patada.

lunes, 27 de octubre de 2008

Sólo encontraron sus zapatitos...



... dicen que un lobo se la comió. Mi madre es una señora muy especial. Es la típica mamá que nos contaba cuentos a mis hermanos y a mí después de un ajetreado día. Eso de estár arrebujada entre las cobijas, sólo iluminados por una lamparita horrible que hizo mi papá en sus años mozos -era un tronco viejo, de lo más truculento, digno de cualquier película de terror-eran de las cosas que más disfrutaba de niña. Bueno, pues mi mamá nos contó los clásicos cuentos: Caperucita Roja, Blanca Nieves, La Bella Durmiente... en fin, los ya conocidos por todos. Cuando ya nos sabíamos todos los cuentos al revés y al derecho, discurrió mi madre darle un giro artístico a la narración... y comenzó a contarnos los cuentos al revés: que caperuza era una niña muy mala y el lobo un angelito, que si "Negra nieves" abusaba de la reina y fue ella la de la manzana envenenada... demás está decir que esto despertó en mi una serie de fantasías de las cuales, a la fecha, no me he recuperado, aunque también sirvió para darme cuenta de que la vida era así... y que los principes azules nada más existen en los cuentos. Eso es algo que tengo que agradecerle a mi madre...

sábado, 25 de octubre de 2008

La caja de los deseos

En los setenta tuvieron su auge muchas series de tv gringas y se estrenaron otras tantas películas que ahora son objeto de culto. Me refiero a los "Angeles de Charlie", la mujer y el hombre biónicos, la película Star Wars y, por supuesto, Fiver Night, con el entonces sicalíptico John Travolta... Bueno, pues mi madre, que era fan numero uno de las revistas de cine americanas las compraba rigurosamente, cada mes. Y nada más era cosa de que pasaran una o dos semanas, para que yo, ni corta ni perezosa, tijeras en mano, recortara a cuanta superstar me encontrara en esas delicias. Me gustaban las de color, por supuesto, pero no les hacía el feo a las de blanco y negro... la encrucijada se presentaba cuando en una página por el frente aparecía un artísta protagonista de mis oscuros deseos de un lado y del otro, la sonrisa de Jackelyn Smith o Farrah Fawcett que eran los arquetipos a seguir por una servidora. Bueno, pues tenía yo una caja de zapatos -seguro de zapatos Dingo- forrada con papel lustre roja y luego pegoteada con toda clase de fotos y finalmente forrada del plático que se utiliza para los libros del colegio... Pues llegaba yo con esta caja de los deseos y esto era hacer el consabido intercambio de fotos entre mis compañeras de primaria. Claro que yo llevaba la primicia y más de una hubiera querido matar por tener esa cajita de los deseos... esta nota se las dedico con todo gusto a ellas.

Papel de escribir

Tenía yo una amiga, vecina cuya casa colindaba con la mía, que era rete sonsacadora. Y a ella le debo la bella costumbre del coleccionismo. Comencé con el papel de escribir, que yo no se si te acuerdas, pero eran unos blocks de tamaño esquela con aproximadamente 25 hojas y que tenían impresas bellas imágenes de novios al atardecer, bancas abandonas, paisajes otoñales y parejas caminando en la playa con los pies descalzos, rumbo al atardecer. Claro que también los había con texturas imitación mezclilla, catarinas y telas de recortes a la manera de parches. Flores, maripositas y las monitas "Betsy Clark" que eran de un cursi sublime. Pues mi amiga y yo llegamos a tener la colección de estas monadas más envidiable de todo el barrio, los más cotizados eran los de Snoopy y amigos, porque la verdad esos eran difíciles de conseguir. Todavía guardo una pequeña muestra de estos papeles... la verdad, no se por qué.

Querido diario...


... que comienzo tan cursi ese del querido diario y, sin embargo, el gusto por escribir aunque no sepa ni cómo, empezó así, con un "querido diario". Ya sabes, el típico que te regalan como a los doce años, con llavecita y toda la cosa... luego, al cabo del tiempo, me acuerdo que tuve uno con toda la parafernalia de Nancy Drew, la chava investigadora amiga de los "Hardy Boys", serie setentera en la que las estrella principales eran Shaun Cassidy y Parker Stevenson -al principio- después se les unió la sangrona de Nancy y como que ya no me gustó. Yo creo que le tenía celos. Todavía no entiendo cómo fue que me gustaba el dientoncito de pelo lacio, pero que se puede esperar del refinado gusto de una niña puberta de doce años. En fin, que el dichoso diario de Nancy permaneció impóluto durante toda su vida útil, porque de plano me incliné más por la típica libreta Scribe de cuadrícula chica con portada de leoncitos, una verdadera ternura, y ahí escribí y escribí y la tinta corrió por las lágrimas derramadas a favor del vecinito de a la vuelta...Tiempos para recordar...

100 gustos

Para entrar en tema, pongo aquí todo lo que me gusta, que al cabo es mi gusto...

Me gusta leer a Ruy Sánchez
Me gustan las canciones de tríos
Me gusta que los hombres huelan rico
Me gusta el otoño
Me gusta el color de la cereza
Me gustan las películas de románticas
Me gusta tomar capuchino
Me gusta platicar con gente más inteligente que yo
Me gusta el viento entre los árboles
Me gusta el olor de tinta de la imprenta
Me gusta la pintura simbolista
Me gustan las plumas fuente... y los pinceles y los lápices
Me gusta ver fotos
Me gusta ir al cine
Me gusta Jeremy Irons
Me gusta cómo suena el idioma italiano
Me gustan las tiendas de antigüedades
Me gustan las librerías de viejo
Me gusta el trabajo de los viejos diseñadores
Me gusta Mozart… y Bach y Vivaldi… y más
Me gusta la expectativa de un amigo(a) nuevo(a) en mi vida
Me gustan las series de investigación médica
Me gusta el sonido del violonchelo
Me gustan las sorpresas
Me gusta fumar
Me gustan las manchas de la tinta china
Me gusta una conversación interesante mientras llueve
Me gusta escribir
Me gusta ver a los perros (y a los gatos) dormir
Me gusta Durero
Me gusta dormir
Me gusta bailar danzón
Me gusta caminar
Me gusta ver a los ojos
Me gusta platicar
Me gusta el humor ácido
Me gusta que mis alumnos se muestren interesados
Me gustan los óleos de Abel Quezada
Me gusta la palabra "escanciar"
Me gusta el olor de la ciudad cuando acaba de llover
Me gusta andar descalza
Me gusta el número 5
Me gusta el vino caliente
Me gustan los sábados
Me gustan los dibujos de la gente que "no sabe dibujar"
Me gusta la caligrafía árabe
Me gustan los lugares pequeños
Me gusta el centro de todas las ciudades
Me gusta la anatomía
Me gusta reír al último
Me gustan los pequeños restaurantes italianos
Me gusta platicar con mi mejor amiga
Me gustan las raras excepciones
Me gusta que me digan "quizá"
Me gusta que me sonrían
Me gustan los kioscos de las plazas
Me gustan el sonido del agua corriendo
Me gusta la iconografía religiosa
Me gusta lo asimétrico
Me gustan los libros de pasta dura
Me gusta asomarme a las ventanas
Me gusta el olor de las librerías de viejo
Me gustan las fotos antiguas
Me gustan las cactáceas
Me gusta el barroco
Me gusta retar a mis enemigos
Me gustan las sirenas
Me gusta hacer reír
Me gusta el sonido de la zanfona
Me gusta leer a Ibargüengoitia
Me gusta coleccionar envases antiguos
Me gusta ver en la televisión cuando entrevistan a escritores que me gustan
Me gustan las llaves
Me gustan las viejas máquinas
Me gusta cuando se me ocurre una idea
Me gustan los libros para niños
Me gusta ir a un concierto
Me gusta cuestionar
Me gustan las películas para niños
Me gustan las texturas burdas
Me gustan los cantos gregorianos
Me gusta el sonido de la lluvia en mi ventana
Me gusta conmoverme
Me gusta la fe ciega
Me gusta cómo se ve el acero oxidado
Me gusta el sabor del mango
Me gusta llorar con una película
Me gusta la palabra "ultramarino"
Me gusta investigar
Me gustan los mercados
Me gusta cuando después de un bullicio se hace un silencio
Me gusta el olor del jazmín
Me gusta descubrir sincronicidades
Me gusta que la gente que invito a mi casa sienta confianza de inmediato
Me gustan las tiendas de diseño
Me gustan las personas que se ríen de sí mismas
Me gusta cuando termino un trabajo
Me gustan las películas francesas
Me gusta comprar zapatos
Me gusta saber que me puede gustar algo