viernes, 26 de diciembre de 2008

Mamita querida

Pues ahora resulta que mi madre le ha encontrado un giro a este blog. Estábamos sentadas viendo la biografía de Betty Davis y platicando que se iba a poner de navidad –a ella le encantan los suéteres con alusiones navideñas, tipo renos, pinitos y hartas chaquiras de colores, gusto que yo no comparto- y sacó un ejemplar digno del “Diario de Bridget Jones”. Me preguntó si no iba a parecer “Baby Jane”, ya saben, ese personaje de la Davis en donde sale una mujer madura vestida de niña, con bucles y toda la cosa. Yo le dije que sí, pero que qué remedio. Seguimos viendo la biografía de Betty y el narrador platica al teleauditorio cómo la hija de la diva escribió un libro revelando cosas innombrables de su madre. Voltea y me ve fijamente diciendo: “Eso precisamente es lo que estás haciendo con tu blog. Estas vengándote de todos tus traumas infantiles a mi lado ¿Verdad?”. Yo le contesté que era totalmente cierto. Una risa cómplice apareció en sus labios y yo se que en el fondo, quedó sumamente satisfecha con mi respuesta, porque le complace ser la protagonista principal de mis escritos; no puede negar que tiene alma de diva joligudense. Reflexionando sobre sus gustos literarios, me pongo a pensar sobre su pasión desmedida por desentrañar los misterios de las mentes de los más terribles asesinos seriales. Si uno le pregunta por la biografía de Ted Bunndy o el “Hijo de Sam”, te la recita de cabo a rabo mucho mejor que el buró de investigaciones gringo. Y qué decir de cuando ocurrió el terrible asesinato de Nicole Brown a manos del jugador de futbol americano O.J. Simpson. Se recetó como quien ve una novela todo el juicio del asesino, tomó partido con Marcia Clark, la fiscal y todo esto acompañado de un cafecito caliente a la par que tejía cobijitas a gancho para sus hijos. Cuando yo llegaba del trabajo, me pasaba la reseña del caso y se indignó terriblemente cuando absolvieron al jugador de toda culpa. “Pero hay un dios...” Clamaba consternada. Libros como “A sangre fría”, “Masacre en Milwaukee” o “Tras la mente asesina”, ocupan un lugar importante en la cabecera de su cama y el otro día le brillaron los ojitos porque le regalé una colección en dvd de los peores crímenes del siglo XX. Y luego se queja porque le digo “Mommie Dearest”.

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