viernes, 26 de diciembre de 2008

¡...que viene el coco!

A todos los niños desde el principio de los tiempos nos han platicado del famoso “Coco”, ese ser inmaterial que se nos aparecerá si no nos dormimos temprano. Te decían por ejemplo: “si te vas sola a la tienda, te va a salir el viejito del saco, que se lleva a los niños que se portan mal y andan solos”. El coco andaba suelto por doquier y lo único que provocaron en mí fue tener un delirio de persecución marca diablo. Cuando mis papás salían de noche y ya mis hermanos estaban en el séptimo sueño, yo me levantaba de mi cama a revisar toda la casa porque escuchaba tronidos y quejidos por todos lados. Sólo cuando oía que llegaban mis papás, me quedaba tranquila. También mi mamá ya ni la amuela, de cuento de buenas noches o me platicaba la caperuza negra o la historia de un asesino en serie como ya he mencionado. Luego andaba soñando que me perseguía una viejita por toda la ciudad, castañeando los dientes –porque mi papá tenía lo suyo: como siempre usó dentadura postiza, se sacaba los maxilares para meternos tremendos sustotes, cosa que nos encantaba-. Con estas bellas imágenes entraba diario al país de los sueños... En el colegio donde estudié mis primeras letras y creo que las últimas, corría la leyenda del “Güero sin cabeza”. Hace mucho tiempo, había internado en el colegio y cuando yo estaba ahí, éste todavía era tenebroso. Paredes altísimas, húmedas y lóbregas. El salón de canto tenía piso de barro muy tallado y paredes de adobe además de sillas de madera pintadas de café oscuro; así no se inspiraba ni Caruso para cantar. La biblioteca era otro boleto: la bibliotecaria era mi cuata, una señora regordeta y simpaticona, hermana de la prefecta que por supuesto era seca y enteca como ella sola. Pues yo me la pasaba en el sagrado recinto leyendo con avidez las aventuras de Pippa Mediaslargas, y por supuesto, todos los libros de Luisa María Alcott: Mujercitas, Hombrecitos, Aquellas Mujercitas... y entre las páginas de los libros me encontraba recados de las alumnas que habían estado de internas en el colegio; así me enteré del famoso personaje sin cabeza. Se decía que el güerito ese violaba la pureza de las damiselas ahí hospedadas y que era terrible. Al cabo del tiempo, ya perdida para siempre la ingenuidad y en un momento de lucidez me cayó el veinte de por qué le decían el “Güero sin cabeza”... si no poseía la blonda cabellera...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amiga, me reí como nunca con tu relato!!!!!! perdón por eso pero la verdad es que tienes toda la razón, así crecimos todos con delirio de persecución y miedo a todo, a la oscuridad, a estar solos, a salir a la calle, etc. Es que en ese tiempo los padres no tenían en cuenta la salud psicológica de sus hijos que vivimos traumados por el mentado coco jajaja
Saludos y mil gracias por compartir.