lunes, 17 de noviembre de 2008

Chupadedo a mucha honra

Ningún niño nace perfecto, esa es la realidad. Unos tienen las rodillas juntas, otros los pies chuecos; los más, los dientes para afuera y como si se los hubieran aventado a la boca a ver en donde caen. Pues lamentablemente, yo tenía todas esas cualidades y más. Me confieso niña chupadedo desde temprana edad. Con los dientes de leche, no hubo bronca, pero después de que me salieron los definitivos todo fue como la Magnífica: chirriando los dientes, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas... De tanto chuparme el dedo, logré con gran tenacidad, hacerme los dientes para adelante, de manera que no podía cerrar la boca. Tenía doce años y todavía me chupaba el dedo. De nada sirvió que mi mamá me untara los más extraños ungüentos y menjurges ideados por ella y aconsejados por amigas de buenas intenciones: extracto de ajo, cebolla, Yodex, mezclas de hierbas... Lo único que me hizo reacionar fue que ella me dijera: -Y cuando estés con tu esposo ¿Te seguirás chupando el dedo? Eso me caló en lo más hondo de mi orgullo y coquetería femenina. Me imaginaba a mi esposo diciendome: ¡¿Cómo, te chupas el dedo?! Me lo hubieras dicho antes de casarnos... Así que dejé de chuparme mi amado dedo gordo de la mano derecha, que ya parecía dedo de bruja de tan flaco, largo y arrugado... Pero los dientes, ni remedio. Estaban echados para adelante y separados como los de Luismi... Mi papá decidió hacer algo por mí y fuimos al dentista para que me pusieran frenos. Primero me sacaron cuatro muelas para hacer espacio. Una tortura. Y en ese tiempo la naciente ortodoncia que seguro estaba inspirada en los peores tormentos inquisitoriales me propuso un "paladar gigante" hecho de plástico con alambres que yo sentía como de puas. No funcionó. Luego me pusieron brackets, con liguitas de colores que yo usaba para peinar a mis muñecas, pero me caí, se me salió un diente y se me reventaron todos los alambritos.. No funcionó. Tres años duré con esa tortura... ya ni las promesas de mi mamá de que los muchachos me iban a querer más por mi dentaura a lo Farrah funcionaron. Abandoné el tratamiento, pero al final, por fin pude cerrar la boca. Para comer se aclara... no para decir toda esta sarta de tonterías...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay Querida Rimita!...
Qué bien me hace leerte! Me he reído y reído, no abandones la escritura por fis!...Nunca cambies Vales Mil! (expresión usada actualmente)

Anónimo dijo...

Hola Irma!!! no me pude resistir a comentarte, encantada con tu nuevo BLOG, y la manera de como cuentas las patoaventuras de tu infancia; me identifiqué con lo que escribiste de "Chupa-dedo a mucha honra", pero yo con chupón, al igual que tú me quedé en la etapa oral (jaja), veo uno y regreso a esos dias con mi inseparable chupón rojo (tenía muchos, pero me acuerdo más de ese).
Te mando un abrazo y un beso, espero verte pronto y te seguiré leyendo.

att. Meli