lunes, 17 de noviembre de 2008
Libros prohibidos
Cuando estaba en tercero de Kinder mi maestra discurrió que ya era hora de aprender a leer. Nos encargaron el "Libro Mágico", cuaderno de trabajo con hojas de papel de china en donde copiabamos meticulosamente frases de lo más pensadas, al estilo silabario: "La pipa de papá", "El oso Susú" y la ya clásica "Mi mamá me mima". Tenía el libro ilustraciones y abajo de éstas, una serie de sílabas: ma, me, mi, mo, mu, etc. Pues a mí esto se me hacia de lo más complicado de entender... al grado de que cuando me tocó pasar al frente a dar la lección, recuerdo que le dije a la maestra Gelos: -No maestra, yo no puedo leer, soy ciega, no veo. Si le causé gracia a la abnegada docente, se la aguantó, porque me agarró de la media cola y me jaló al frente para que leyera la lección. Al paso del tiempo, le agradezco a mi maestra esas muestras de disciplina medieval. Luego ya nadie me paró. Leía todo lo que se me ponía enfrente y lo devoraba con la obsesión de una piraña hambrienta... cuando ibamos al supermercado, yo me quedaba atorada durante el tiempo de la compra en donde vendían libros y revistas; mi mamá ni se preocupaba por mí. En otra ocasión, leyendo un libro en casa de una amiga de mi mamá, salió un perro de ojos inyectados y dientes afilados, babeante y malvado y yo, en mi mundo de letras. Se podía caer el mundo a mi alrededor y yo impávida. Llegó un tiempo en que ya había leído todos los libros de la casa de mis papás, excepto los prohibidos. Los libros prohibidos estaban ubicados en un gran librero, colocados atrás de los libros de enseñar: Imitación de Cristo de Kempis, Platón, Aristóteles y Homero... Cuando quería leer algo, mi mamá me decía que se lo comunicara y ella buscaría algo de acuerdo a mi edad -cronológica, porque a estas alturas yo ya tenía como treinta años-. Demás está decir que me trepaba y sacaba los libros de "atrás". Me acuerdo de uno que se llamaba "Una casa no es un hogar" sobre una casa "non Santa" y que se ahora si lo leen, está de lo más ingenuo. Me enteré de asesinos seriales, amores prohibidos, biografías no autorizadas, vidas tormentosas y fenómenos como los gemelos de Siam. Aunque estoy consciente de que estoy poniendo en evidencia a mi madre... ahora entiendo por qué me contaba los cuentos al revés.
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