miércoles, 19 de noviembre de 2008

Por qué me quité del vicio...

Yo fui hija del hermano más pequeño de la familia C. Por tal razón, los recuerdos de mi abuela paterna se me borran en la mente, pero hay uno que permanecerá en mi memoria para siempre, pues fue el motivo de que varios de los miembros de mi familia gusten de empinar el codo a la menor provocación y con singular alegría. Me refiero al ropero de la abuela C. Un mastodonte de madera oscura que al abrise dejaba entrever sus maderas perfumadas con cosas como ropa de cama, primores bordados... y cubitos de azúcar. Ustedes conocen los cubitos de azúcar, son esos que dan las señoras elegantes a la hora del té y que son de azúcar refinado. Bueno pues mi abuelita abría el ropero, sacaba los cubitos de azúcar y los mojaba en alcohol -quiero pensar que era del comestible-. El sabor es imborrable, lo pueden probar ahora en la versión de pastilla homeopática; lo que me hace sospechar que mi abuelita les pasó la receta a las farmacias ubicadas en Z. Nosotros a su alrededor como perrillos hambrientos brincábamos pidiendo cubitos de azúcar mojados en alcohol. Nomás era ir a su casa y pedíamos a gritos los dichosos cubitos. Ella nunca sospechó que desde los cinco años todos nos convertimos en alcohólicos conocidos y que al paso de los años, este feo vicio sería difícil de dejar. A los 40 años, tengo primos que son víctimas de cirrósis hepática, pero todos llevamos en nuestra memoria, con mucho cariño, la imagen del ropero de mi abuelita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja la verdad no eres la unica que la enviciaron desde pequeña, a nosotros mi padre (si mi padre)nos daba una probadita de tequila en tiempo de frio disque para no tener frio y para matar los virus jajajaja, ahhh y en tiempo de calor nos dejaba el ultimo trago de cerveza como nos peleabamos mis hermanos y yo por ese tragito jajajajaja.Gracias a Dios ninguno hasta ahorita es victima de cirrosis pero la verdad somos de buen aguante jajajajaja