lunes, 10 de noviembre de 2008

El regalo de Coquito

Vivía cerca de nuestra casa una encantadora niña llamada Coquito. Sus padres y los míos eran amigos y por supuesto, cada cumpleaños de la nena, nosotros estabamos invitados a celebrar con ella. ¿Se acuerdan de las fiestas infantiles de antaño? Iba a nuestra casa el titiritero a contarnos cuentos como Caperuzita, o Cenicienta con toda su compañía de teatro guiñol. Nada de tomblins, ni discos miniatura. Las invitaciones nos las llevaban a nuestra casa en sobrecito blanco y al salir nos obsequiaban una caja de cartón con personajes de caricatura... las mamás más creativas guardaban los frascos de papilla Gerber y hacian con estambre, cartón y ojos comprados en el "Dragón de Oro" unos perros french de colores tan exóticos como el azul plúmbago... El menú no ha cambiado mucho: sandwiches cortados a la mitad, untados de queso amarillo o paté, con su respectiva rajita de pimiento morrón, gelatina y pastel, los cuales siempre acababan embarrados en el piso. Casi todas las fiestas eran en casa del festejado y se adornaban con globos y serpentinas; para rematar el cuadro, a todos los invitados nos atornillaban gorro de cartón con liga, lo que nos hacía vernos de lo más graciosos para nuestros padres, no así para nosotros. Bueno pues en esta foto que consigno, vemos a mi hermana y a mí -vestidas iguales con el horroroso traje de cuero que ya platiqué en nota anterior, viendo con benevolencia al encaprichado hermanito que no le quiso dar su regalo a Coquito, mientras la niña, con rostro lacrimoso, llora desconsolada. Observen la cara de mi cachetón hermano, llena de culpabilidad, negándose rotúndamente a obsequiar el presente. Seguro eran unos aretitos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Querida medusaenapuros;
Es de madrugada y me ha arrancado, a ésta hora risas con su descripcion festiva de las partys de antaño. Qué bien salen todos en la pic!